Un cuarteto clásico

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¡Feliz jueves! La música realmente clásica (es decir, del clasicismo) tiene un encanto especial y siempre es refrescante y deliciosa. Por ejemplo, la del compositor de hoy, que es el padre de la sinfonía, un apelativo mucho más conocido teóricamente que por escuchar su música.

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Está hoy con nosotros Franz Joseph Haydn (1732-1809), compositor austríaco nacido en Rohrau. Si hay un compositor verdaderamente clásico, que ejemplifica todas las características de esta época, ese es Haydn. Sus composiciones constituyeron modelos para otros compositores, tanto posteriores como contemporáneos. Fue un buen profesor y fue maestro de Beethoven, quien se empapó de todas las enseñanzas de su profesor, sobrepasándolo ampliamente, como el mismo Haydn reconoció. También fue contemporáneo de Mozart y ambos eran amigos íntimos. Llegó a cantar de niño en el coro de la catedral de San Esteban de Viena. En 1761 empezó a trabajar para la familia Esterházy, puesto en el que permaneció por treinta años, escuchando composiciones de casi todos los géneros.

Disfrutemos de su Cuarteto de cuerdas en si menor, op. 64 n.º 2. Por un momento parece que la tonalidad es re mayor, pero los instrumentos graves son los que se encargan de sostener la original, por contraste con el primer violín, algo típico de Haydn. Aparece luego algo de la retórica del Sturm un Drang y un sorprendente tratamiento de los temas. Los cuatro movimientos del cuarteto constituyen un triunfo del si mayor sobre el si menor. El movimiento lento aporta un bello contraste, tanto en textura como en color. El minueto nos hace presagiar los sonidos de Schubert y el movimiento final, con fuerte sabor oriental, actúa un poco a modo de recapitulación.

La interpretación es del Cuarteto Brentano.

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