Un cuarteto muy especial

Cuarteto 15, Beethoven

¡Feliz miércoles! Para esta mitad de la semana de mediados de mes quiero ofrecerte una obra muy especial. El maestro la compuso en un momento de verdadera debilidad por lo que constituye una sentida acción de gracias «a la deidad», como escribió. Los grandes hombres también tienen nuestra de esa vulnerabilidad tan humana, esto es obvio. Lo también grande es que cuando se trata de un artista, lo plasma en una verdadera obra maestra.

Ludwig van Beethoven

Hoy toca una ración muy especial de música de Ludwig van Beethoven (1770-1827), compositor alemán nacido en Bonn. Con quince y dieciséis años lo tenemos desenvolviéndose muy bien en la corte, dándole clases a hijos de nobles. Ya comenzaba a componer obras de cierta entidad y quería centrar su carrera en la composición y el piano, casi a partes iguales. Parece que llegó a practicar tanto («prodigiosamente» según él dijo) que sospechó que incluso le había afectado a la salud. Tuvo oportunidad de hacer un viaje a la que por entonces era uno de los principales centros culturales de Europa: Viena. Así, en 1787 se puso en camino con la intención de visitar allí al que era el músico vienés más importante, es decir, Mozart. Beethoven pretendía aprender de él, tocar para él y estar con él. El salzburgués era un compositor muy ocupado. Beethoven le enseñó algunas partituras pero no quedó demasiado impresionado. Le pidió a Mozart que le diese un tema sobre el que tocar unas variaciones y lo hizo con tanto éxito que Mozart dijo la famosa frase sobre Beethoven: «No le perdáis de vista ya que algún día el mundo dirá algo sobre él».

Que los cuartetos de Beethoven (algunos basados en Mozart) son una auténtica maravilla es algo que está fuera de duda. Esto queda de manifiesto en el Cuarteto de cuerdas n.º 15 en la menor, op. 132, que es el que vamos a disfrutar. Fue publicado en 1825 y estrenado por el Cuarteto Schuppanzigh. El primer movimiento, Assai sostenuto, Allegro, es un pequeño microcosmos, expandiendo las jerarquías de la forma sonata en todas las direcciones. El segundo, Allegro ma non tanto, es un scherzo lleno de humor. El centro de la obra es este movimiento que lleva por título Canto sagrado de acción de gracias de un convalenciente a la deidad, en modo lidio. Es un emoncionantísimo movimiento que Beethoven compuso tras recuperarse de unos problemas del estómago. Es como una especie de coral, sublime, siendo el movimiento más largo. Sigue con un breve Alla marcia, en forma de un segundo scherzo. Termina con Allegro appasionato, que tiene más de canción que de danza, pero que pone un bello y apasionado broche final.

La partitura de la pieza puedes descargarla aquí.

La interpretación es del Cuarteto Ebène.

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