El dulce poder de la canción

Dulce poder de la canción, Beethoven

¡Feliz viernes! Nos toca hoy la ración quincenal de música de Beethoven. Por si no lo sabes, en este 2020 celebramos el 250.º aniversario del nacimiento del conocido como sordo genial. Por eso, a principios de año decidí traer su música un par de veces al mes. Hoy el toca el turno a una obrita suya muy desconocida pero que tiene un encanto personal. Pensaba que alguna vez la había traído por aquí pero veo que no. ¡Vamos a remediarlo!

Ludwig van Beethoven

Ya sabes que nos acompañará hoy Ludwig van Beethoven (1770-1827), compositor alemán nacido en Bonn. Aunque en su adolescencia ya sustituía a su maestro Neefe al órgano, evidentemente todavía se estaba formando y recibió distintas influencias que marcaron su vida y su obra. Ya despuntaba tanto que dicho preceptor había reconocido alguna vez que tenía entre sus manos a un compositor de dimensiones mozartianas. Neefe guio y modeló al joven Beethoven pero también le dejó margen para que se desarrollase por sí solo. Precisamente es en Mozart donde Beethoven puso su mirada y de quien tomó sus modelos. Sin embargo, el de Bonn los llevó más allá puesto que, allí donde el salzburgués (y Haydn) «solo» compartía motivos entre un movimiento y otro, Beethoven creaba inesperados giros melódicos, interesantes modulaciones armónicas y unos gestos característicos que recorrían toda la obra. Y eso en esa etapa de juventud: imagínate lo que daría de sí en años posteriores.

En torno a 1810 Beethoven recibió un curioso encargo. George Thomson se había dedicado a recoger una serie de melodías populares (inglesas, escocesas e irlandesas) y le pidió a Beethoven que las arreglase, cosa que hizo entre 1810 y 1813. Así surgieron sus 25 canciones irlandesas, WoO 152. La segunda de ellas es la que te traigo hoy. Se titula Sweet power of song, es decir, El dulce poder de la canción. La letra fue escrita por Joanna Baillie. Ciertamente no es una de las grandes obras del maestro pero sí tiene un encanto y una ingenuidad encantadores. El compositor la concibió para dos voces, violín, violonchelo y piano. Con un acompañamiento sencillo (y fácil para posibilitar que se interpretase por personas no tan virtuosas), las dos voces cantan en paralelo cómo cantar (valga la redundancia) le da brillo al corazón y nos hace más nobles.

La partitura de la obra puedes descargarla aquí (página 8 del pdf).

La interpretación es de Felicity Lott (soprano), Ann Murray (mezzosoprano), Galina Solodchin (violín), Jonathan Williams (chelo) y Graham Johnson (piano).

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