¡Feliz Viernes Santo! Eso es lo que hicieron con Jesús el Cristo: lo entregaron a los impíos para que lo matasen y así muriese por nosotros. El acto fue algo totalmente injusto, pero significó la redención para nosotros y que finalmente la Vida fuese la que venció.

Hoy tenemos a Tomás Luis de Victoria (c. 1548-1611), compositor español nacido en Sanchidrián. Fue enviado a estudiar a Roma y es posible que lo hiciese con Palestrina. Se sabe que sucedió a este en 1571 como maestro de coro del Seminario Romano; luego ejerció dichas funciones en el Colegio Germánico de los jesuitas. Tras ordenarse sacerdote volvió a España, sirviendo hasta su muerte a la emperatriz María y su hija. Toda la obra de Victoria es religiosa, y compuso motetes, misas y música para la Pasión, así como su impresionante y famoso Oficio de difuntos. Si comparásemos a Victoria con ese otro grande que fue Palestrina veríamos que en la obra del español predomina el cromatismo y el contraste dinámico. Victoria compone a menudo con bloques de acordes que nos hacen mirar hacia el Barroco. Usa el texto de sus piezas de una forma totalmente eficiente, incluso muchas veces de una forma subjetiva. Todas son características que palidecen al lado de la propia música en sí, que nos sobrecoge cada vez que la escuchamos.

Vamos a escuchar su responsorio Tradiderunt me. Es una composición a cuatro voces que fue publicada en la colección Officium Hebdomadae sanctae (1582) y este de hoy es propio del Viernes Santo. Es una pequeña miniatura manierista el texto es lo que va gobernando la música, algo en lo que Victoria era especialista. En el momento en el que el coro canta adversum me fortes, el maestro disminuye el valor de las notas para describir esa fortaleza. En alieni insurrexerunt crea una textura menos gruesa ya que usa solo tres voces, sin el bajo, con la música coloreada por bellísimas disonancias.

La partitura de la pieza puede descargarse aquí.

La interpretación es del Coro de la Catedral de Westminster dirigido por David Hill.