Y escuché una voz

And I heard a voice, Pärt

¡Feliz jueves! La música del maestro que hoy traigo a este humilde blog es una de las que a mí me siguen maravillando. Aparentemente (solo eso) es simple pero tras ella hay toda una carga teórica muy potente que su compositor aplica siempre a rajatabla. Me he escuchado la obra completa (hasta ahora porque el compositor sigue vivo) y, tras ello, me quedan ganas de volver a hacerlo.

Arvo Pärt

El compositor se trata de Arvo Pärt (1935), compositor estonio nacido en Paide. Hay quien dice que la música de Pärt es víctima de su propio éxito. Tras enclavarse en el modernismo cayó en una crisis de la que salió con tintinnabuli tras un amplio silencio autoimpuesto. Las primeras obras en este estilo son las que, desde entonces, más éxito han tenido. En ese estilo, Pärt mezcla el rigor ascético con una (aparente) simplificación de materiales y todo con unas reglas casi tan estrictas como las del serialismo. Sin embargo, ese lenguaje es tonal pero con una nueva visión, mezcla de antigua y moderna. Una obsesión de Pärt es expresar que la música es «amor por cada nota» y, por tanto, ver que la música tiene en lo espiritual su potencial más importante. Puede darse perfectamente fe de que el maestro lo ha conseguido con creces, a pesar de que su modestia le impida reconocerlo.

Una de las obras más recientes del maestro es And I heard a voice..., composición de 2018 para coro. Fue un encargo de la Universidad de Salamanca para conmemorar su 800.º aniversario. Desde hacía años le rondaba por la cabeza componer algo acordándose de un obispo luterano estonio amigo suyo. Este le escribió una vez a su esposa en una carta en la que citaba el texto del Apocalipsis («Y escuché una voz del cielo diciendo...») que le da título. En la frase «Descansarán de sus trabajos» también pueden traducirse al estonio como «Respirarán de sus trabajos». Así, los fallecidos dejan su aliento aún con nosotros. Esa frase en estonio, nad hingavad oma vaevadest, son las que aparecen de forma luminosa en esta pieza que nos deja sin respiración.

La interpretación es del Coro de Cámara Kwintessens.

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