Las fuentes murmurantes

Fonti amiche, Handel

¡Feliz miércoles! El fragmento que vamos a disfrutar hoy pertenece a una de las grandes óperas de las muchas que escribió nuestro conocido maestro de hoy. Quizá es famoso por sus oratorios pero también en las óperas demostró lo grande que era su arte.

G. F. Handel

Una vez más nos visita George Frideric Handel (1685-1759), compositor inglés de nacimiento alemán en Halle. Nació el mismo año que Bach, en localidades que están separadas menos de doscientos kilómetros. Precisamente, el gran organista dijo «[Handel] es la única persona a la que me habría conocer antes de morirme, y la única persona que me habría gustado ser de no haber sido Bach». Otro compositor, Christoph Willibald Gluck parece ser que también dijo que Handel era el maestro inspirado de nuestro arte. Sir Isaac Newton bajó un poco las expectativas, comentando que «No he encontrado nada especialmente importante que destacar salvo la elasticidad de sus dedos». Se ve que cuando tocaba el teclado sus manos eran capaces de alcanzar distancias insospechadas, algo similar a lo que ocurría con Rachmaninov.

Como he comentado, una de sus óperas es Tolomeo, Re di Egitto, HWV 25. Fue la última producida por la Royal Academy of Music, tiene libreto de Nicola Francesco Haym y fue estrenada en 1728. Tolomeo, heredero del trono egipcio está exiliado en Chipre. Su esposa, Seleuce, visita la isla disfrazada de pastora. Sin embargo, tendrá que comprobar cómo Tolomeo es seducido por otra chipriota: Elisa; él también se enamora de esta. Al primer acto pertenece el aria que escucharemos hoy, que se titula Fonti amiche, aure leggiere, mormorando. Parece ser que fue compuesta para la gran Francesca Cuzzoni, una diva contemporánea y tienen todos los elementos para que su voz se luciera. La música es serena y noble, coloreada por el sonido de las flautas. Una verdadera delicia.

La partitura de la pieza puede descargarse aquí (página 34 del pdf).

La interpretación es de Simone Kermes (soprano) y Lautten Compagney dirigido por Wolfgang Katschner.

Volver arriba