Un gran concierto

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¡Feliz jueves! Hay que son conciertos que pueden calificarse de grandes porque así es su música, a pesar de que no tengan una duración excesivamente amplia. El de hoy lo es por las dos cosas, por las música y porque dura casi tres cuartos de hora, cosa que no está mal.

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Hoy tenemos con nosotros a Jacques Offenbach (1819-1880), compositor alemán nacido en Colonia. Su nombre de nacimiento era Jacob y sus primera lecciones las tomó de violín aunque con nueve años se dedicó al chelo, posiblemente para formar un trío con su hermano Julius y su hermana Isabella. Los tres tocaron en diversos locales y empezaron a ganar dinero. Su padre lo llevó a París y se matriculó en el conservatorio. Tras dejar la institución siguió con sus lecciones de chelo también de composición. En 1838 era considerado uno de los mejores chelistas de Europa (era llamado «el Liszt del chelo»). Llegó a tocar con Anton Rubinstein y Franz Liszt, y también viajó a Londres para tocar con Mendelssohn y Joachim. Empezó a componer operetas y luego también óperas, que triunfaron por toda París y casi toda Europa.

Hoy vamos a escuchar el Gran concierto para violonchelo y orquesta. Lleva el subtítulo de Concierto militar. Algunas partes fueron estrenadas en 1847 y es muy probable que fuese una obra muy interpretada por el compositor. Es una de las grandes obras del repertorio para el instrumento y su manuscrito sufrió una serie de vicisitudes dignas de una novela. Explora todas las posibilidades del instrumento y nos muestra tanto al Offenbach más melódico como al más melancólico. El instrumentista se mueve ejecutando arpegios, octavas y unas frecuentes sincopadas. Alcanza los dos extremos del registro y siempre mantiene un ambiente virtuoso de forma que casi parece que el solista imita a la voz humana, que tan bien conocía.

La interpretación es de Jérôme Pernoo (chelo) y Les Musiciens du Louvre dirigidos por Marc Minkowski.

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