Una gran sinfonía

Sinfonía 3, Farrenc

¡Feliz miércoles! Para este final de semana he decidido traerte una sinfonía completa. Si dispones de algo más de media hora te aviso que el tiempo dedicado a la obra no te va a defraudar. He puesto el adjetivo de grande porque la obra realmente lo es pero no ha sido compuesta por uno de los maestros de renombre. Aunque, quien la ha escrito, debería ser tenida (porque es una mujer) mucho más en cuenta de lo que se la tiene.

Louise Farrenc

Alguna vez te he traído a Louise Farrenc (1804-1875), compositora francesa nacida en París. Entre sus habilidades también estaba la de ser pianista y una gran pedagoga. Puesto que en su familia se cultivaba el arte nació rodeada de él, por lo que fue animada (por ejemplo, por Clementi o Hummel) a estudiar piano; con solo quince años consiguió que fuese matriculada en el conservatorio de París, algo inusual sobre todo para una mujer. Terminaría siendo allí profesora, algo más inusual todavía (de hecho fue la única docente de todo el siglo XIX). Siguió componiendo y tenía grandes seguidores, como el mismísimo Hector Berlioz. Llegó un momento en que se dio cuenta de que cobraba menos que sus colegas del consevatorio y estuvo luchando durante toda una década por la igualdad de salario. Es una gran pionera y una maestra de los pies a la cabeza, que necesita ser conocida para que nuestro recorrido por el romanticismo sea completo.

Vamos a escuchar su Sinfonía n.º 3 en sol menor, op. 36. Fue compuesta en 1847 y de alguna forma, junto con las otras dos, constituye una obra pionera porque ninguna mujer se había establecido anteriormente en el lado sinfónico. Lo afronta retomando las enseñanzas de Beethoven pero casi situándose al mismo lado que Mendelssohn. Su admirador Berlioz aparece especialmente en el último movimiento y toda la estructura general de la pieza es asombrosa. El primer movimiento empieza con esa tradicional introducción lenta que luego rompe en un allegro con una espectacular coda. El movimiento lento está protagonizado por el clarinete, con un especial acompañamiento de los metales. En el scherzo aparecen los ramalazos de Mendelssohn y en el final, como he dicho, los de Berlioz. Aquí nos muestra cuánto dominaba el contrapunto, con un final brillante donde los haya.

La interpretación es de la Orquesta Filarmónica de Radio France dirigida por Mikko Franck.

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