¡Feliz viernes! Así son todos los de nuestro grandísimo maestro de hoy. Personalmente nunca me canso de disfrutar de su música, siempre con ese toque profundo, alegre, optimista, irónico, pero siempre magistral casi como pocas.

Hablo de Wolfgang Amadeus Mozart (1756-1791), compositor austríaco nacido en Salzburgo. Él firmaba sus obras como Wolfgang Amadé Mozart. Nació en una fría tarde de enero a las ocho y fue bautizado como Johannes Chrysostomus Wolfgangus Theophilus. No asistió a ninguna escuela, sino que su padre le dio lecciones de piano hasta el punto que casi se volvió una obsesión. Su padre, que no tenía un pelo de tonto, pronto reconoció el talento de su hijo y se dedicó a mostrarlo por toda Europa. Se dice que Mozart pasó un tercio de su corta vida viajando. Parece que ganó el dinero suficiente, pero no ahorraba demasiado. Se dedicaba a vivir bien e incluso prestaba dinero a sus amigos, y no vivió en la pobreza.

Disfrutemos de su Concierto para piano n.º 11 en fa mayor, K. 413. Fue compuesto entre 1782 y 1783 y fue impreso por Artaria en 1785. Junto con otros, lo calificó como «un medio feliz entre lo que es muy difícil y muy fácil; son muy brillantes, agradables al oído y naturales sin ser insulsos». Este tiene un concierto algo conservador. El primer movimiento tiene la típica forma de sus primer movimientos, con una combinación entre ritornelo y forma sonata. Es la orquesta la que establece el primer tema y la sección central es bastante larga. El movimiento intermedio está escribo en si bemol mayor, aportando contraste al fa mayor. El movimiento está lleno a la vez de alegría y de melancolía. Termina con un minueto-rondó en una forma quizá algo pasada de moda, pero que en sus manos es una verdadera maravilla.

La partitura de la cokmposición puede descargarse aquí.

La interpretación es de la Orquesta Inglesa de Cámara dirigida por Murray Perahia, que también toca el piano.