Un instrumento delicado

Rapsodia, Grandjany

¡Feliz viernes! Ayer escuchábamos una música llena de fuerza pero a la vez delicada de una estupenda compositora francesa y hoy vamos a hacer lo propio con una música que proviene de un instrumento que siempre consigue ser sinónimo de delicadeza. Su compositor fue una autoridad en este instrumento y, si mis cuentas no fallan, creo que es la primera vez que aparece por aquí.

Marcel Grandjany

Se trata de Marcel Grandjany (1891-1975), compositor y arpista franco-estadounidense nacido en Arcachón. Con ocho años empezó a estudiar el arpa y con once ya fue admitido en el conservatorio de París, ganando el primer premio con trece. Cuatro más tarde debutó como concertista y pronto se vio envuelto en una carrera internacional, llegando a dar conciertos incluso con Maurice Ravel. Fue también organista profesional de la Basílica del Sagrado Corazón. En 1938 fue nombrado director del departamento de arpa de la Juilliard School y algunos años más tarde adquirió la ciudadanía estadounidense. Su maestría a la hora de enseñar el instrumento fue casi legendaria y rivalizó con Salzedo en la tarea. Sus composiciones para el instrumento también son abundantes y son tomadas casi como modelo de cada género con respecto a este sensual instrumento.

Una de esas legendarias piezas es su Rhapsodie pour la harpe, op. 10. Es una composición de 1923 y marca su punto de partida como compositor de obras a solo que tienen una concepción sinfónica. La escribió como momento de apertura de un recital para el instrumento y está dedicada a su maestra Henriette Renié. Grandjany usa un tema gregoriano pascual (Salve Festa Dies) como motivo conductor de la composición. Es un canto que el compositor veía como de amor por su Iglesia católica. Como es esperable, en la obra se requieren todos los tipos de técnicas para el instrumento aunque la pieza no deja de carecer de esa característica delicadeza.

La interpretación es de Yolanda Kondonassis al arpa.

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