¡Feliz Lunes Santo! La obra de hoy se hace eco de ese Dios del Antiguo Testamento que era iracundo. Jesús se encargó de mostrarnos que esa imagen del Padre se quedó ahí porque en realidad Dios es Amor. La pieza de hoy está llena de poder.

Nos visita la compositora Sofiya Gubaidúlina (1931), compositora rusa de nacimiento tártaro en Chístopol. Tras estudiar piano en Kazán pasó a Moscú y se graduó estudiando con Shebalin. Hasta 1992 vivió en esta ciudad, pero después se trasladó a Hamburgo. En 1985 se le permitió viajar a occidente y ella misma comprobó que su estatura como compositora era ya grande. Según sus propias palabras, divide su proceso compositivo en varias etapas y para ella la más excitante es la de los comienzos de la composición. Ahí siente un verdadero placer en el sentido casi literal de la palabras. Los acordes brillan con todos los colores y resuenan con todas las notas. Es una visión áurea y totalmente visual que dura realmente poco tiempo. A partir de ahí tiene que empezar a comprender lo que ha pasado y ya eso no es demasiado agradable para ella.

Vamos a escuchar su obra titulada Der Zorn Gottes. Se trata de un arreglo para orquesta que data de 2019 y que se obtiene a partir de siete movimientos de un oratorio propio. La composición está dedicada «al gran Beethoven» y desde el comienzo se describe a ese Dios iracundo, con unas resonantes cuerdas graves. Los percusionistas aportan también un ambiente especial a ese ambiente, describiendo la temerosa multitud. La obra de alguna forma se hace eco de Beethoven debido a que intenta mostrar en ella a las trompetas de Jericó, que solo el gran Beethoven podía igualar. Lo esperanzador se mezcla con lo intensamente poderoso y la compositora se encarga de realzarlo jugando con las diversas texturas.

La interpretacón es de la Orquesta de la Gewandhaus dirigida por Andris Nelsons.