El laberinto

Le Labyrinthe, Marais

¡Feliz miércoles! A veces algunas piezas musicales suelen ser tan complejas que adentrarse en ellas puede ser todo un reto, y salir como si lo hiciésemos de un laberinto. No solo son obras contemporáneas sino incluso las hay medievales que son casi inaccesibles. La de hoy es muy reconfortante y contiene una música maravillosa, para dejarse llevar. Porque no tendremos que resolver ningún acertijo más allá de las preguntas que deja la música en nuestro interior.

Marin Marais

Viene a visitarnos hoy Marin Marais (1656-1728), compositor francés nacido y muerto en París. Aquí viene en su faceta de compositor pero por lo que destacó en su vida fue por tocar de forma casi legendaria el bajo de viola. Es recordado por sus piezas para este instrumento, aunque compuso también de otros géneros. Igual que Schubert fue un compositor vienés, Marais lo fue parisino puesto que no salió de la capital prácticamente en toda su vida. Parece que estudió con Sainte Colombe, el violagambista más eminente de su tiempo. En 1679 entró a trabajar para el rey hasta que se retiró en 1725. Lully le dio clases de composición y Marais trabajó para él en sus orquesta. Esta relación pudo motivar que Marais compusiese cuatro óperas, muy influidas por el estilo de Lully. Sin embargo, como he dicho, por lo que fue admirado era por su tañer la viola de gamba, que «tocaba como un ángel».

De este virtuoso maestro escucharemos Le Labyrinthe. Existía en los jardines de Versalles un famoso laberinto que hacía las delicias de quienes lo visitaban. Era una atracción favorita de la corte y deambular por él era toda una experiencia. Marais intentó reflejar todo esto en una increíble obra descriptiva, que nos describe un paseo (y, por qué no, un juego) a través de ese laberinto. Está llena de momentos de humor, de incertidumbre, de alegría... El cronista Titon du Tillet, en 1732 escribió solo cuatro años tras la muerte de Marais: «Nos es tan familiar la fecundidad y la belleza del genio de ese músico que siempre hallamos en él buen gusto y una sorprendente variedad: su gran sagacidad aparece en varias obras, pero principalmente en dos de sus piezas que los maestros consideran de altísimo valor. Una es la pieza de su cuarto libro titulada "Le Labyrinthe", en la que tras marchar por diversos tonos, tocando varias disonancias y describiendo la incertidumbre de alguien que se pierde en el laberinto, termina con una graciosa y natural chaconne».

La partitura de la chaconne final puedes descargarla aquí.

La interpretación es de Voices of Music.

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