La leyenda de la Giralda

La leyenda de la Giralda, Turina

¡Feliz viernes! Sevilla tiene un encanto especial que casi no puede encontrarse en otras ciudades del mundo (por lo menos para mí es así). Y, dentro de ella, la Giralda causa una fascinación aún más intensa. Subir y asomarse a ver la ciudad desde ella es toda una experiencia. Un monumento tan legendario no puede estar exento de leyenda... y de buena música...

Joaquín Turina

El compositor sevillano que más describió todos los rincones de la ciudad es Joaquín Turina (1882-1949). El maestro nació en la calle Buiza y Mensaque de la capital sevillana, situada muy cerca de las Setas y detrás de la iglesia de la Anunciación. La separan unos cien metros del lugar en que nació el poeta Luis Cernuda. Desgraciadamente la casa no se conserva sino solo una placa conmemorativa. Su padre, Joaquín Turina y Areal, era un famoso pintor costumbrista que pintó también escenas sevillanas por lo que esa querencia por describir los momentos y lugares más memorables de Sevilla casi lo llevaba en los genes. Aconsejado por Albéniz y Falla, se dedicó de forma incansable a ponerle fondo musical a una Sevilla que era su hogar y adonde se trasladaba periódicamente porque su espíritu nacionalista hacía que quisiese que todos sus hijos naciesen en la capital andaluza.

Disfrutemos de La leyenda de la Giralda, op. 40, composición para piano de 1926. «Durante los horrores de una tempestad, acompañada de trágicos movimientos sísmicos, viose a la torre temblar como una cosa viva y con tal energía, que los bronces tocaron solos varias veces. Luego notaron que la torre se abría como una granada. Y cuando todos esperaban aterrados el monstruoso derrumbamiento, las nubes del cielo separáronse súbitamente y surgió un gigantesco ángel, que se abrazó a la Giralda para impedir su caída. Los vientos se calmaron, amainó la fuerza destructora del vendaval, y la torre quedó de nuevo afianzada en la tierra y protegida en la altura por las alas divinas del ángel salvador». Esas palabras de José Más son las que encabezan la partitura y nos describen la leyenda del monumento. Sus partes son: Noche sevillana, Fiestas lejana, Tempestad y temblor de tierra y Ángel gigantesco.

La partitura de la obra puede descargarse aquí.

La interpretación es de Antonio Soria al piano.

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