¡Feliz martes! Tempestades en estos tiempos hemos vivido muchas, muchísimas, algunas fatales y otras con final feliz. Nos quedan muchas más porque, independientemente de pandemias, la vida siempre nos trae alguna. La música de hoy se hace eco de esto y nos dice que, con confianza en Dios, siempre irán las cosas mejor.

Estaremos hoy en compañía de Antonio Vivaldi (1678-1741), compositor italiano nacido en Venecia. Es el dueño del concierto barroco para todo tipo de instrumentos. En ese género brilló tanto que lo llevó al culmen, alcanzando la perfección, de forma mucho más clara que sus contemporáneos. Su obra se caracteriza por unos ritmos frenéticos, unas melodías de lo más conseguidas y unos efectos musicales muy conseguidos. Es más, compuso para tanta variedad de solistas y combinaciones que casi les dio un nuevo aspecto tímbrico. Vivaldi no se inventó la cosa y recogió el testigo de otros como Marcello o Albinoni pero tuvo la suerte de que contemporáneos suyos se fijasen en él. Por ejemplo Bach, que transcribió para órgano y teclado diversos conciertos del cura veneciano.

No va a ser un concierto lo que vamos a escuchar sino su motete Sum in medio tempestatum, RV 632. Pertenece a la categoría per ogni stagioni y parece ser que es uno de los últimos motetes que compuso el maestro. Se conserva en Dresde a partir de una colección de Zelanka y es probable que fuese compuesto para algunos de los cantores de la corte de Sajonia que se formaron en Venecia y luego se unieron a la Hofkapelle. En el aria inicial se describe al hombre como en medio de una tempestad. En el recitativo se renuncia a las tentaciones para luego confiar en Jesús. El brillo final lo pone el aleluya. La melodía está siempre bien cuidad y el contrapunto y la maestría de Vivaldi quedan evidentes en cada compás.

La partitura de la pieza puede conseguirse aquí.

La interpretación es de Simone Kermes (soprano) y la Orquesta Barroca de Venecia dirigida por Andrea Marcon.