A la mitad de la vida

Media vita, Gombert

¡Feliz miércoles! Aunque con un título algo más trágico, lo que nos viene a decir la obra de hoy es que aprovechemos el tiempo porque vuela. No se trata a que ahora nos liemos al despilfarro y al gasto inútil e insolidario, pero no está de más que recordemos que tenemos que aprovechar el tiempo viviéndolo, con nosotros y con los demás. El maestro que nos va a acompañar en esta meditación fue toda una institución en su tiempo, como alguna vez te he comentado.

Nicolas Gombert

Nos visita hoy Nicolas Gombert (c. 1495-c. 1560), maestro franco-flamenco nacido en algún lugar del sur de Flandes no conocido con exactitud. Ya en 1556 el teórico Hermann Finck dijo de Gombert que había mostrado a todos «el camino exacto al refinamiento». El mismo escritor afirmó que Gombert había llegado a estudia con Josquin aunque no está nada claro. Durante mucho tiempo estuvo al servicio del emperador Carlos V, lo que le permitió viajar y llevar su arte a prácticamente toda Europa, algo que compartió con Willaert o Non Papa. Fíjate si llegó a ser valorado que Monteverdi eligió un motete suyo cuando compuso una misa para conseguir el puesto de maestro de capilla en San Marcos de Venecia. Compuso según los gustos del emperador aunque pudo también imponer su propio criterio. El matemático Cardano recogió que Gombert violó a uno de los chicos del coro del que estaba a cargo y por ello fue condenado a galeras. Gombert no dejó de componer y su «Canto del cisne» permitió que el emperador le perdonase.

Gombert nos trae su motete Media vita in morte sumus, a seis voces. No se sabe bien cuándo fue compuesto pero bien pudo ser en esos momentos de destierro ya que, además del mensaje, el maestro nos regala una polifonía muy severa y grave. Sin embargo, ese carácter sombrío no impide que rayos de luz recorran la composición, como en esos incremento de tensión que va creando en la polifonía, y que de alguna forma la rompen. Los tenores comienzan en canon y luego se les unen las otras voces a la cuarta. La tensión va a aumentando y las voces, coloreadas con ciertas disonancias, imploran a Dios que tenga compasión de nosotros, porque se nos va la vida y no hemos sabido estar a su lado. El propio Gombert usó su motete como base de una misa parodia que lleva el mismo nombre.

La partitura de la composición puedes descargarla aquí.

La interpretación es de The Hillard Ensemble.

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