A la muerte de un rey

Mortuus est, Cotes

¡Feliz viernes! ¡Que no cunda el pánico! No se trata de nuestro actual monarca sino uno de sus antecesores. Cuando murió el rey Felipe II tuvieron lugar una gran multitud de exequias en todo el reino (casi en el imperio que le había dejado en herencia su padre). Incluso algunos maestros escribieron obras expresamente para estos eventos, y es el caso de la composición de hoy. Si tienes un hueco, disfrútala porque merece la pena.

Villena (Valencia)

Creo que en alguna obra ocasión te he traído música de Ambrosio Cotes (¿1550?-1603), compositor español nacido en la localidad valenciana de Villena. Allí empezó estudiando y en 1573 fue ordenado clérigo de la iglesia de Santiago para ser luego maestro de capilla de ese templo. En 1581 dio el gran salto porque fue nombrado maestro de capilla de la Capilla Real de Granada. Sin embargo, Cotes ya debía de ser un reputado maestro porque ocupó el mismo puesto en la seo de Valencia y luego en 1600 en la metropolitana de Sevilla, nada menos. Pero no todo era éxito en su vida ya que mientras estaba trabajando en Valencia mostró su interés por retirarse porque su salud era algo precaria. Incluso se ofreció a pagar parte de su salario para cubrir los gastos del sustituto. Consiguió hacerlo en Sevilla y su salario se le redujo a la mitad. Nada menos que Lope de Vega dijo que Ambrosio Cotes era uno de los compositores más importantes de su tiempo.

De este gran maestro, pues, vamos a escuchar su motete Mortuus est Philippus Rex. Esta obra, a siete voces, se conserva en el Real Colegio del Corpus Christi de Valencia con la anotación In exequiis Catholici Regis Philippi ij. A partir de las fuentes, es evidente que esta obra fue compuesta para una celebración en memoria del monarca que tuvo lugar en la catedral de Valencia muy poco después de las exequias que tuvieron lugar en Madrid entre el 18 y el 19 de octubre de 1598, unas cinco semanas tras la muerte y entierro de Felipe II en El Escorial. La polifonía mostrada por el maestro solo puede ser calificada de impresionante, serena y llena de sentido homenaje al monarca. La cadencia que imprime el compositor en la obra está llena de respiración, dejando que el discurso y el poema dedicado al rey discurra dentro del estatismo más emocionante.

La interpretación es del conjunto A Sei Voci dirigido por Bernard Fabre-Garrus.

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