"Gracias, santo padre Francisco, por su valentía, por su apertura, por emocionarnos" La música del papa Francisco

La música del papa Francisco
La música del papa Francisco

Gracias, santo padre Francisco, por su valentía, por su apertura, por emocionarnos (como Mozart) cada vez que nos habla, por mostrarnos al Dios encarnado, al Dios humano, a la Iglesia guiada por el Espíritu, Dios sencillo, cercano y misericordioso. Santo padre, que Mozart le siga emocionando

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Hace unos días que celebramos el misterio de la Navidad en la que Dios si hace vulnerable como nosotros. Dios nos salva desde los pequeño, de forma que Jesús, el Cristo, nació como uno de nosotros y conoce nuestros padecimientos puesto que él los experimentó.

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El papa Francisco, en la misa de Nochebuena dijo: «Hermanos y hermanas, esta noche el amor cambia la historia. Haz que creamos, oh Señor, en el poder de tu amor, tan distinto del poder del mundo. Señor, haz que, como María, José, los pastores y los magos, nos reunamos en torno a Ti para adorarte. Haciéndonos Tú más semejantes a Ti, podremos testimoniar al mundo la belleza de tu rostro».

La belleza del rostro de Dios, que brilla de una forma especial en su hijo Jesús, también puede apreciarse en la música, a la que el santo padre es tan aficionado. El papa no solo se deleita escuchando bella música, sino que, gracias a sus escritos, reflexiones, homilías y mensajes, gracias a su ejemplo y a su apuesta por una Iglesia en salida y abierta, también nos hace ser más conscientes de la música de la creación, con la que alabar a Dios y vivir un mundo más fraterno.

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En una entrevista dijo: «En música amo a Mozart, obviamente. Aquel Et Incarnatus est de su Misa en Do es insuperable: ¡te lleva a Dios! Me encanta Mozart interpretado por Clara Haskil. Mozart me llena: no puedo pensarlo, tengo que sentirlo». Wolfgang Amadeus Mozart (1756-1791), no solo nos saca siempre una sonrisa y nos hace más felices, sino que da color de una forma especial a nuestra interioridad, nos acerca a Dios, aun en sus obras más sencillas. Mozart siempre nos enseña que siempre podemos vivir en mayor fraternidad, con mayor optimismo, con una esperanza renovada.

Su Misa en do menor, K. 427 está llena de enigmas, pero también de música de la más alta calidad. Probablemente fue empezada en 1782 y trabajó esporádicamente en ella, quedando incompleta. La obra es sofisticada, brillante, emocionante... fuera de este mundo. Uno de los momentos culminantes es el Et incarnatus, del Credo, que tanta emoción le causa al papa. Ni siquiera esta parte está completa, pero ni falta que nos hace puesto que es un pequeño microcosmos, un trozo de cielo.

Gracias, santo padre Francisco, por su valentía, por su apertura, por emocionarnos (como Mozart) cada vez que nos habla, por mostrarnos al Dios encarnado, al Dios humano, a la Iglesia guiada por el Espíritu, Dios sencillo, cercano y misericordioso. Santo padre, que Mozart le siga emocionando.

La versión que ofrezco es de Carolyn Sampson (soprano) y el Bach Collegium Japan dirigido por Masaaki Suzuki.

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