¡Feliz lunes! Para este lunes de Pentecostés, con el que empezamos a caminar por el tiempo ordinario, vamos a disfrutar de una música que es impresionante, como toda la que compuso el gran maestro que va a estar hoy con nosotros.

Me estoy refiriendo a Olivier Messiaen (1908-1992), compositor francés nacido en Aviñón. En su música el canto de los pájaros está presente por doquier e hizo de la introducción del canto de las aves en su obra casi una ciencia. El propio compositor dijo: «Dudo de que se pueda encontrar en cualquier melodía humana, por muy inspirada que sea, melodías y ritmos que tengan la soberana libertad del canto de los pájaros». Aunque llamaba a los pájaros «soberanos», dijo que estaban muy próximos a nosotros y su canto era muy fácil de reproducir. Messiaen se las arregla de forma que pone el canto de los pájaros al servicio de la música y, aunque es muy libre en cuanto a su uso de las formas musicales, siempre intenta conseguir un magistral equilibrio.

Una de sus grandes obras para órgano, instrumento del que era un especialista, es la Messe de la Pentecôte. Fue compuesta en 1950 después de una década explorando distintas ideas, incluidas las complejas manipulaciones rítmicas, el sonido de los pájaros y otros elementos centrales a su estilo. También influyeron en la composición veinte años de improvisación a los teclados del órgano de la Santísima Trinidad de París del que era titular. Disfrutaremos del movimiento destinado a la comunión (el cuarto) que es Les oiseaux et les sources. Se escuchan tres pájaros: el cuco, el ruiseñor y el mirlo. Se inspira en el cántico de Daniel: «Aguas del espacio, bendecid al Señor, ensalzadlo con himnos por los siglos».

La interpretación es de Balázs Szabó al órgano.