El piano clásico

¡Feliz martes! La época de la música realmente llamada clásica tiene un encanto especial porque quizá sea una de las características que más la definen: el bello disfrute de la música y el carácter agradable a la hora de ser escuchada por el público.

Hoy viane a acompañarnos Johann Nepomuk Hummel (1778-1837), compositor austríaco nacido en Bratislava. En su época, sus obras más conocidas fueron las de piano y los conciertos para este instrumento. Sin embargo, en nuestros días es conocido por un concierto para trompeta. Era un especialista en melodías pegadizas con acompañamientos sencillos, pero llenas de inspiración. Con cinco años Hummel era capaz de tocar el violín de forma eficaz y lo abandonó en favor del piano, cuya técnica alcanzó a los seis. En 1786 estaba en Viena estudiando con Mozart y luego viajó a Londres donde tuvo la oportunidad de conocer a Clementi. De vuelta a Viena siguió estudiando con Albrechtsberger y ya era famoso por sus conciertos. En 1804 se encargó de la música del príncipe Esterházy (sucediendo a Haydn) y su producción religiosa era también encomiable, a la vez que componía varias óperas. Luego pasó a Stuttgart y Weimar, siendo este un periodo muy productivo para él, especialmente en cuanto a música de cámara.
Uno de esas famosas suyas que tanto gustaban es el Concierto para piano y orquesta n.º 1 en do mayor, op. 73, también llamado Concertino. Fue publicado en 1816 y parece ser que es un arreglo del propio compositor de un concierto suyo para mandolina. En esta obra muestra su aspecto más clásico, lleno de calidez y de una personalidad de genio. De él vamos a escuchar su tercer movimiento, el Rondó. Presenta un tema lleno de chispa y unos pasajes del solista cargados de humor. En el punto central la orquesta desarrolla en tema inicial mientras el piano la acompaña. Ese tema aparece al final de la obra para ponerle un perfecto broche final.
La interpretación es de Howard Shelley (piano) y los London Mozart Players.