¡Feliz martes! No sé si abuso demasiado de calificar obras o compositores como poco conocidos (y sencillamente el desconocedor soy yo). Pero me gusta traer nombres que no son los primeros espadas, porque es necesario que ampliemos nuestro conocimiento para no ser corto de miras.

Hace muchísimo tiempo que no traigo la música de Kurt Atterberg (1887-1974), compositor sueco nacido en Gotemburgo. A mediados del siglo XX era considerado uno de los compositores líderes de su país y fue uno de los impulsores de su música, puesto que además se dedicó a la crítica y a la organización de eventos musicales. Sus composiciones son politonales pero empezando desde el final del romanticismo, por lo que son bastante asequibles. Sin embargo, durante su vida no gozó de una gran estima excepto en el entorno de su país, aunque era apreciado en Alemania... De hecho, a mediados de siglo era casi una reliquia entre los compositores suecos, cayendo casi en el olvido. Su obra se ha ido recuperando cada vez más, aunque con mayor intensidad en las grabaciones que en las salas de conciertos.

Vamos a escuchar su Sinfonía n.º 6 en do mayor, op. 31. Está subtitulada la Sinfonía Dólar y tiene una explicación. Con motivo del centésimo aniversario de la muerte de Schubert, la compañía Columbia Gramophone invitió (corría el año 1928) a escribir obras inspiradas por la Incompleta del vienés. El premio, dotado de cien mil dólares, fue a parar a Atterberg. Su transparente orquestación, sus bellas melodías y su danza contagiosa en los movimientos externos contribuyeron a que el jurado se decantase por esta obra. El Moderato inicial tiene un primer tema ligero pero con la tragedia en el fondo. Luego viene un Adagio está escrito en el más puro estilo de Atterberg. El Vivace final también está lleno de fuerza.

La interpretación es de la IU Symphony Orchestra dirigida por Ian Passmore.