Una sinfonía del norte

Sinfonía n.º 1, Nielsen

¡Feliz martes! Hay varios compositores de los países bálticos cuya música es bastante conocida. Baste recordar a Grieg o Sibelius. El tercero bien podría ser el compositor de hoy, injustamente algunos pasos por detrás de los anteriores pero cuya música no lo merece porque es de las que debería estar en primera fila.

Carl Nielsen

Hoy vamos a estar en compañía de Carl Nielsen (1865-1931), compositor danés nacido en Sortelung. Su padre era pintor y violinista y fue quien se encargó de dar a su hijo la primera educación musical. Niels Gade le sugirió que debía matricularse en el conservatorio, cosa que hizo pero sin recibir clases de composición. Luego trabajó en el Teatro Real de Copenhague y su actividad como compositor fue casi frenética. En 1908 comenzó su carrera como director de orquesta, al mando de la del Teatro Real en la que tocaba el violín. Su obra tiene un sabor muy especial e individual pero quizá no es demasiado conocida más allá de sus sinfonías y sus conciertos. Su acercamiento a la música empieza siendo clásico pero luego hace un uso extendido de la tonalidad, muy expresivo y casi rozando la atonalidad.

Disfrutemos de su Sinfonía n.º 1 en sol menor, op. 7. Fue estrenada en Copenhague en 1894 y la audiencia quedó maravillada por la habilidad del por entonces joven Nielsen. El compositor trató la armonía y la tonalidad de una forma original dentro de una pieza extraordinariamente organizada y lógica. El primer movimiento ha de tocarse «orgullosamente», quizá toda una declaración de intenciones. El segundo es muy emocionante, con cierto sentido de la urgencia antes que de lentitud y carácter pastoral. El tercero es demasiado complejo como para ser un tradicional scherzo; tiene un intrincado patrón rítmico y conduce al cuarto movimiento, con un poderoso aliento rítmico, casi a modo de marcha.

La partitura de la pieza puede descargarse aquí.

La interpretación es de la Orquesta Sinfónica de Galicia dirigida por Robert Spano.

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