La vibrante

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¡Feliz miércoles! Ayer disfrutábamos de una sonata para ese grandioso instrumento que es el órgano y hoy escucharemos otra totalmente distinta, para un conjunto que fue muy usado el tiempos barrocos adonde nos remontaremos ahora.

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La música de hoy es de Michel Blavet (1700-1768), compositor francés nacido en Besanzón. Era considerado el flautista más virtuoso de mediados del siglo XVIII. Fue un maestro de la flauta y el fagot sin una instrucción formal. Se mudó a París en 1723 y en tres años debutó en el Concert Spirituel, en los que aparecía más frecuentemente de otros intérpretes. Recibió alabanzas de Telemann, Quantz e incluso Voltaire. Algunas veces interpretó con Jean-Marie Leclair, quien probablemente compuso algún concierto para flauta para nuestro maestro de hoy. Él mismo compuso obras para su instrumento en el estilo de las sonatas para violín. Sus primeras obras recuerdas las de Corelli, pero las últimas están escritas en estilo galante. Escribió también varias sonatas para ser interpretadas privadamente en el castillo del conde de Clermont.

Escuchemos la Sonata para flauta op. 2 n.º 2 subtituada La Vibray. A pesar de su título la obra está plagada de tristeza y de nostalgia. En el movimiento inicial (Andante) se refleja perfectamente todo esto, con esa quejosa melodía de la flauta. Viene luego una Allemanda - Allegro, que pone un contrapunto más alegre a la composición (aunque la flauta siempre tiene ese toque de lamento). La elegancia se mantiene con la Gavotta «Les Caquets», con ese intenso ritmo de danza. De nuevo nos invade lo triste con la Sarabande, y el final, ya más alegre y bello, nos maravilla con el Allegro. A pesar de todo, un bello rastro de luz recorre toda la composición.

La partitura de la pieza puede descargarse aquí.

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