Lo peligroso de este hiperbólico momento, no son las diferencias sino el acuerdo, (no sabremos nunca, si escrito), de  que las posturas deben ser irreconciliables Los bandos

Polarizacion política y vícitmAS
Polarizacion política y vícitmAS

Aunque las divisiones reales, las que tienen que ver con las cosas de comer y con llegar a fin de mes acostumbran a ser verticales, arriba-abajo, las posiciones ideológicas acaba presentándose horizontales, derecha-izquierda

A estas alturas de la película es muy posible que ya todos estemos convencidos de que en España hay dos bandos, con sus colores, sus metáforas, sus obsesiones y sus extremos. No sólo partidos políticos sino también medios de comunicación, organizaciones de todo pelaje, artistas, influencers, y hasta los perfiles de instagram, dan cuenta de la polarización.  Aunque las divisiones reales, las que tienen que ver con las cosas de comer y con llegar a fin de mes acostumbran a ser verticales, arriba-abajo, las posiciones ideológicas acaba presentándose horizontales, derecha-izquierda. Ahora extrema derecha y extrema izquierda. Cuestión digna de estudio. Los argumentarios de unos y otros se construyen a la defensiva o al ataque. Las propuestas y las acciones ya no tienen valor en si mismas. Son fácilmente justificables cuando las realizan los de mi tribu y despreciables, o como mínimo, sospechosas, cuando las realizan los de la tribu de enfrente.  Así las cosas, vamos aprendiendo a decir lo que hay que decir en cada momento para que quede claro que estamos del lado correcto, es decir, del lado de los buenos.

dialogo Polarización

No parece ser una moda pasajera sino una tendencia al alza. Nunca hemos tenido tanto acceso a la información, nunca tantos partidos configuraron un parlamento en este país, nunca hubo tantas carreras universitarias, nunca tantas posibilidades de expresar las singularidades,… y resulta que este baile es cosa de dos. Tanta pluralidad puede resultar indigesta - Pensó alguien, que debía de tener mucha influencia y se ve que todos estuvieron de acuerdo- y así poco a poco, como la gota de agua que martillea la roca vamos cayendo en la cuenta que Caracas está en Madrid, que los muertos pueden dar mucho juego, que la justicia, depende del día y que los hijos, vete a ser de quién son. Al final resultará que tener dos verdades tan contundentes nos impedirá reconocer la realidad con sus matices, sus imperfecciones y hasta con sus contradicciones. Ahora la tele  vuelve a ser en blanco y negro aunque, por efecto de una  sorprendente ilusión inóptica, se nos revele como un festival de colores. De repente ya no hay síntesis posible. Todo lo que se vista de feminismo es bueno o por el contrario todo lo que huela a feminismo es malo, el cambio climático es una verdad revelada o el cambio climático es un embuste burdo, Cataluña es el problema, Cataluña es la solución.  Y así hasta la náusea. El diálogo se ha vaciado tanto de sentido que si a algún despistado se le ocurre invocarlo, los que le escuchan tienen que hacer esfuerzos para no reírse.

Y sin embargo, lo peligroso de este hiperbólico momento, no son las diferencias sino el acuerdo, (no sabremos nunca, si escrito), de  que las posturas deben ser irreconciliables. ¿Cómo puede ser que  los de un bando se hayan bebido toda la verdad dejando a los del otro lado en estado de tal confusión mental que sólo pueden escupir barbaridades? Uno se acaba convenciendo de que los organizadores de este desaguisado siguen a pie juntillas la máxima “divide y vencerás”. Creen, por alguna razón cortoplacista que se nos escapa a los tontos, que esa estrategia les beneficia de alguna manera. Parecen ignorar que la historia pone a cada uno en su sitio.

DIALOGAR ES CRECER

El esfuerzo de honestidad, dadas las circunstancias, ya no pasa por apuntarse a las “verdades” efímeras de uno u otro bando  sino que se dirime en la capacidad que tenemos de ir  abandonando la tribu de los “buenos” para poder preguntarnos, sin fidelidades estúpidas,  por las razones de fondo de todo este follón. Una vez superado el abrazo del oso, podremos descubrir que detrás de los afectados discursos  se esconden miedos e intereses y que los primeros, los miedos, necesitan una mirada compasiva y una estrategia inteligente alejada de la confrontación y los segundos, los intereses, necesitan la contundencia del compromiso que se pone siempre en lugar de los que pierden. Alejarse de los polos, nunca supone abanderar una neutralidad, por otro lado, imposible. Tampoco quiere ser una equidistancia amorfa. Ni siquiera  pretende formar un nuevo grupo, el tercero en discordia. Se trata sencillamente de insistir en ser pueblo, una realidad plural y diversa que es capaz de armonizar desencuentros, buscar síntesis creativas y soluciones imperfectas, pero posibles, a problemas reales. Pueblo que no necesita un enemigo irreconciliable para existir. Pueblo que siempre se debilita en la defensa de los intereses de los que están arriba.

Volver arriba