Con estas actitudes ponemos el control de nuestras vidas en manos ajenas ¡Quien bien te quiere…!

siembras
siembras

...colaborará a que desarrolles tus capacidades

A la frase del título se le pueden dar diversos finales según los pensamientos y actitudes que tengan las personas. Si la empleamos para hacer una actividad en el comienzo de una jornada sobre educación, lo que pongan a continuación los participantes daría para reflexionar mucho en común sobre el sentido de los diversos finales dados, nos enseñaría mucho sobre lo que entienden por educar, por persona humana y por relación social. También se podrían comparar los finales dados por grupos de alumnos, padres, profesores, amigos de una pandilla, orientadores educativos...

Antiguamente la conclusión de la frase generalmente más aceptada y compartida era el de “...TE HARÁ LLORAR”. Seguramente fue el primer final que nos vino a la mente al leer el título por tenerlo oído un montón de veces. Ese final va asociado a que serás corregido por los errores que cometas, a que te exigirán que combatas los instintos y vicios a fin de que seas una persona con mucha capacidad de esfuerzo y sacrificio. En los últimos tiempos también es muy frecuente que se termine con un “...TE HARÁ FELIZ”. A este objetivo de felicidad (a veces sinónimo de “placer”) estarían sometidas las relaciones interpersonales y educativas.

¿Qué consecuencias implican estos dos finales? El principal problema, a mi entender, es que ponen la causa de tu sufrimiento o de tu felicidad fuera de tu actuar, en alguien totalmente ajeno a tu voluntad, que además también es un ser finito y limitado. Así un ser humano, que como todos los seres humanos tiene fallos, se convierte en la causa de tu felicidad o infelicidad. Como nadie es perfecto, esto lleva a que se vea en los demás la causa de las propias desgracias, de los propios conflictos. La conclusión, a la que se llega, es que el otro es una mala persona, como diría el filósofo, “Homo homini lupus”.

Con estas actitudes ponemos el control de nuestras vidas en manos ajenas, olvidando que nuestra obligación es asumir la responsabilidad sobre la propia vida, aprender a prever las consecuencias de las diversas decisiones que tomamos en la vida. Igualmente saber anticipar donde terminan los caminos vitales que emprendemos con nuestras decisiones.

En la vida humana hay que ser consciente que de todo comportamiento y acción emprendida se siguen unas consecuencias lógicas. No debemos ignorar aquello que decía el sabio: “no se pueden esperar resultados distintos haciendo las mismas cosas y con los mismos procedimientos”. A veces se escuchan afirmaciones del tipo de “ya le dije que tenía que cambiar...” Pero ¿por qué lo va hacer si yo mismo sigo comportándome de la misma manera con él?.

servir

Nunca debemos olvidar que las circunstancias son sólo eso, circunstancias, no determinaciones sobre la propia vida. Toda persona puede conocer que un buen navegante lleva el velero al puerto que desea tanto con vientos favorables coma contrarios, depende de su pericia en la colocación de las velas. También las personas pueden tomar la responsabilidad de la propia vida para “no andar a la deriva” según empujen las circunstancias de la vida. No hay que ir para donde te lleve la corriente, sino tener un proyecto serio de vida, elaborado desde las propias realidades para avanzar en un camino constante de superación, para construir una sociedad más justa y solidaria.

A la hora de caminar en la vida con nuestros semejantes, que son hermanos, y de relacionarnos con ellos sería adecuado que tuviéramos un comportamiento en la línea de lo que decía Goethe: quien te trata como eres, te hace peor de lo que eres, pero quien te trata como puedes llegar a ser, te ayuda a mejorar”.

Concluyendo, el final de la frase del título debería estar en la línea de: quien bien te quiere, te exigirá que saques lo mejor de ti, que desarrolles al máximo tus capacidades y cualidades para el BIEN COMÚN DE TODOS, porque nuestra vida está entretejida con la de nuestros semejantes más o menos próximos. 

lejos

Algo así les decía Pablo, el de Tarso, a los presbíteros de Éfeso que mandó venir a Mileto: “En todo os he enseñado que es así, trabajando, como se debe socorrer a los débiles y que hay que tener presentes las palabras del Señor Jesús, que dijo: Mayor felicidad hay en dar que en recibir” (Act. 20, 35).

Volver arriba