"La justicia sólo se busca adecuadamente por amor a la justicia misma" Arquidiócesis Primada de México difunde un decálogo para construir una justicia verdaderamente humana

Ante los cambios que se están viviendo en el Poder Judicial en México, después de la elección de magistrados y jueces, que tuvo una mínima participación de la ciudadanía. La Arquidiócesis Primada de México que encabeza el Cardenal Carlos Aguiar Retes señaló que en un tiempo marcado por desigualdades, violencias estructurales y la fragilidad de los sistemas judiciales, urge recuperar y promover una visión de justicia que no solo responda a las exigencias legales, sino que tenga un rostro social.
Por lo que hizo un llamado a todos los ciudadanos a ser constructores de una justicia que humanice y reconcilie a México.
Jimena Hernández corresponsal en México
La Arquidiócesis Primada de México, destacó mediante la editorial de su órgano informativo “Desde la Fe”, que la sociedad mexicana no puede ser indiferente ante la injusticia y tampoco debe conformarse con una justicia meramente punitiva o burocrática, ni mucho menos a una justicia que solo sirva a unos cuantos.
Por lo que en unmomento clave para la historia del país, después de la elección del Poder Judicial, resaltaron diez características esenciales para una justicia verdaderamente humana, bajo la luz de una visión cristiana.
Iniciaron resaltando que la justicia tiene que ser con rostro humano, ya que todo sistema justo debe poner en el centro a la persona.
“Dar a cada uno lo suyo significa que ningún individuo o grupo humano se puede considerar omnipotente, autorizado a pasar por encima de la dignidad y de los derechos de las otras personas singulares o de sus agrupaciones sociales”. (Papa Francisco, Discurso ante la ONU de 2015).
La justicia debe ser restaurativa, pues aseguraron que más que castigar a una persona, se trata de sanar a una sociedad y la justicia debe aspirar a la reparación del daño y a la reintegración del ofensor.
“La justicia sólo se busca adecuadamente por amor a la justicia misma, por respeto a las víctimas, para prevenir nuevos crímenes y en orden a preservar el bien común, no como una supuesta descarga de la propia ira”. (Papa Francisco, Fratelli Tutti 252).
Justicia equitativa, reconociendo la desigualdad de condiciones y actuar para equilibrarlas, garantizando el acceso igualitario de todos a la defensa de sus derechos y a la oportunidad de recibir justicia.
En el cuarto punto, comentaron que la Justicia defiende a los más débiles, debe estar cerca de los excluidos.
“Una justicia verdaderamente humana debe comprometerse especialmente con los pobres, los pueblos originarios, los migrantes y las víctimas. La voz de los que no tienen voz debe ser escuchada con prioridad”.
Una Justicia transparente. La justicia requiere que las decisiones y procesos sean claros y comprensibles para todos, para que se evite cualquier forma de corrupción y se promueva la confianza en las instituciones. Cualquier forma de opacidad es también una forma de violencia institucional.
Como sexto punto, destacaron que es necesaria una Justicia pronta. La lentitud de muchos procesos legales es en sí una injusticia. El acceso a una justicia pronta y expedita es indispensable en un buen sistema judicial.
Justicia integral. No basta con condenar un delito sin abordar sus causas estructurales. Una justicia auténtica forma parte de una estrategia que también promueve condiciones de vida dignas, educación, salud, trabajo y cultura de paz. No se puede fragmentar la justicia.
Justicia educativa. Educar para la justicia es tan importante como aplicarla. Una sociedad justa se construye desde la conciencia de los ciudadanos. La formación en la justicia comienza en la familia, continúa en la escuela y se consolida en la comunidad.
Como penúltimo punto, señalan una Justicia como proyecto de nación, asegurando que la justicia no se impone desde arriba; se construye impulsando el diálogo y la participación, pensando siempre en el bien común a largo plazo como un proyecto común para la humanidad presente y futura.
“Pensar en los que vendrán no sirve a los fines electorales, pero es lo que exige una justicia auténtica”. (Papa Francisco, Fratelli Tutti 178).
Y como último punto proponen una Justicia con misericordia. Desde la Iglesia, no podemos separar la justicia de la misericordia. Jesús lo enseñó con su vida: con la mujer adúltera, con Zaqueo, con el buen ladrón. Una justicia sin misericordia se vuelve fría y mecánica; una misericordia sin justicia puede ser permisiva e irresponsable.
“Por esto Dios va más allá de la justicia con la misericordia y el perdón. Esto no significa restarle valor a la justicia o hacerla superflua, al contrario. Dios no rechaza la justicia. Él la engloba y la supera en un evento superior donde se experimenta el amor que está a la base de una verdadera justicia”. (Papa Francisco, Misericordiae Vultus 20-21).
En el texto afirman que durante años se ha hablado de justicia, que a veces pareciera ser una meta inalcanzable o una utopía romántica. Sin embargo, comentaron que es necesario recordar que la justicia es un compromiso y un esfuerzo colectivo, que implica a cada individuo, comunidad y país; pues no se alcanza de una vez para siempre; sino que tiene que ser conquistado cada día.
Y enfatizaron que como Iglesia, como ciudadanos y como hermanos, estamos llamados a ser constructores de una justicia que humanice y reconcilie.
“A través de la justicia, podemos construir un futuro más prometedor, para que todos vivamos con dignidad, paz y esperanza”
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