En México, Benedicto XVI se contagió de nuestro entusiasmo Cardenal Aguiar: "Benedicto XVI vencía la timidez convirtiéndola en ternura"

Benedicto XVI  y el cardenal Aguiar Retes
Benedicto XVI y el cardenal Aguiar Retes

El arzobispo de México recuerda varios encuentros que tuvo con el Papa Benedicto XVI y los gestos de ternura y delicadeza que tenía con la gente

Fueron muchas las ocasiones en las que el cardenal Carlos Aguiar Retes se encontró con el Papa Benedicto XVI; en todas ellas, quedó sorprendido por su delicadeza con la gente

Lo invitó a México en varias ocasiones. Finalmente, la visita apostólica ocurrió en 2012 y le impactó el recibimiento: "Puedo decir que, en México, el Papa se contagió de nuestro entusiasmo"

(DLF).- Fueron muchas las ocasiones en las que el cardenal Carlos Aguiar Retes se encontró con el Papa Benedicto XVI; en todas ellas, quedó sorprendido de la forma en que convertía su timidez en gestos de ternura y delicadeza con la gente.

Para el Arzobispo de México, la muerte del Papa emérito debe ser un momento para agradecer al Dios de la vida por quien fuera Vicario de Cristo de abril de 2005 a febrero de 2013, así como por el servicio que prestó a la Iglesia.

Recuerda el cardenal Aguiar que fue en su calidad de Secretario General del CELAM (1999-2003) cuando comenzó a tener relación con el entonces cardenal Joseph Ratzinger, quien se desempeñaba como responsable de la Doctrina de la Fe en el Vaticano.

“Lo recuerdo como una persona de una gran sencillez y con un carácter tímido, pero una timidez que vencía y convertía en gestos de ternura y delicadeza cuando alguien se le acercaba”.

Fue a partir de su elección como 265 sucesor de San Pedro, el 19 de abril de 2005, cuando comenzó a tener una mayor relación con Benedicto. Cuenta que, con motivo de los preparativos de la V Conferencia General del CELAM, el Consejo de Presidencia de ese organismo, del cual formaba parte, tenía agendada una reunión con Juan Pablo II, pero su muerte ocurrió unos días antes.

“El entonces presidente del CELAM, el cardenal Francisco Javier Errázuriz, nos dijo que había una tradición en la Iglesia que consistía en que, si un Papa fallecía dejando citas pendientes, el Pontífice entrante las tomaba como parte de su agenda inmediata. Y así fue”.

De hecho, el cardenal Aguiar llegó a Roma justo el día en que el cardenal Ratzinger era elegido Vicario de Cristo, adoptando el nombre de Benedicto XVI. En su calidad de obispo de Texcoco, participó en una de las primeras Misas celebradas por el nuevo Pontífice, y días después los llamaron para realizar la reunión que Juan Pablo II no pudo celebrar.

El cardenal Aguiar recuerda que en aquella reunión el Papa dio una muestra de esa amabilidad y delicadeza que tuvo durante los casi 8 años de pontificado: “Al recibirnos en el salón él nos abrió la puerta y nos dijo: ‘pasen’. Nos hizo tomar nuestro lugar, y hasta el final se sentó. Me sorprendió mucho la ternura con la que se dirigía a nosotros”.

La V Conferencia General del CELAM tuvo lugar dos años más tarde en Aparecida, Brasil. Ahí el cardenal Aguiar tuvo la oportunidad de recibirlo ya en calidad de Presidente de la Conferencia del Episcopado Mexicano (CEM).

Participaron en aquel encuentro unos 320 obispos de todo el continente americano y cada uno –recuerda- tuvo la oportunidad de saludarlo y platicar con él. “Yo lo invité a México, y me dijo: “Veremos, veremos”.

Otra ocasión en que pudo invitarlo a nuestro país fue durante una visita ad limina de los obispos mexicanos. La respuesta fue la misma: “Ya veremos, ya veremos”.

Finalmente, la visita apostólica a nuestro país ocurrió en 2012, mientras el cardenal Aguiar se desempeñaba por un segundo trienio como presidente de la CEM:

“Ahí pasó algo muy hermoso. Y es que, a su llegada, desde el Aeropuerto a la ciudad de León las calles estaban llenas de personas, lo cual le impactó. Cuando salíamos de un lugar para ir a otro, al ver el entusiasmo de la gente, en lugar de caminar hacia el auto, se iba a saludarlos. Nos decía que no podía dejar de saludarlos cuando la gente lo estaba esperando”.

Y en la Catedral de León –agrega – “el Papa Benedicto XVI saludó a todos y cada uno de los presentes; fue extraordinario. Él hacía un gran esfuerzo por alcanzar a todos. Puedo decir que, en México, el Papa se contagió de nuestro entusiasmo”.

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