"El carisma de Jorge Bergoglio se despliega en Robert Prevost y el destino de León prosigue la estela de Francisco" Cardenal Rossi: "Francisco y León XIV ejecutan la misma sinfonía con registros diferentes"

"Nace la Iglesia itinerante. Comienza la misión de la Iglesia: anunciar que el Reino no está al otro lado de las nubes… está aquí. Y que no es mañana… es hoy"
"Después de la Ascensión el Señor no tiene otras manos más que las nuestras (Sta. Teresa)"
Lo esencial para Francisco era el anuncio de la misericordia de Dios, que lo expresaba en gerundio “misericoridando”, y para León XIV, lo expresa en su “Dios nos ama incondicionalmente a todos y en todo lugar”
"Nuestra opción exige de nosotros estar en la primera línea, donde se libran las batallas, y no en retaguardias cálidas y seguras"
Lo esencial para Francisco era el anuncio de la misericordia de Dios, que lo expresaba en gerundio “misericoridando”, y para León XIV, lo expresa en su “Dios nos ama incondicionalmente a todos y en todo lugar”
"Nuestra opción exige de nosotros estar en la primera línea, donde se libran las batallas, y no en retaguardias cálidas y seguras"
| Ángel Sixto Rossi
ASCENSIÓN
(Alessandro Pronzato)
“Despedirse es decirse todo y que se diga todo en un abrazo que contiene la promesa de seguir presente a pesar de la ausencia
A los Apóstoles se les echó en cara que se habían quedado plantados, mirando el cielo.
“Como permanecían con la mirada puesta en el cielo mientras Jesús subía, se les aparecieron dos hombres vestidos de blanco, que les dijeron: «Hombres de Galilea, ¿por qué siguen mirando al cielo? Ni queden mirando eternamente al cielo, ni anden cabizbajos como los de Emaús…

Hoy es necesario mirar la tierra.
Ha llegado nuestra “hora”.
¡Ahora les toca a ustedes!
Nos toca a nosotros. Cristo ha desaparecido. Toca a los “suyos” asegurarle su presencia visible.
Nace la Iglesia itinerante. Comienza la misión de la Iglesia: anunciar que el Reino no está al otro lado de las nubes… está aquí. Y que no es mañana… es hoy.
Nace nuestro compromiso. El compromiso con la tierra. El compromiso con los demás.
Ahora Dios continúa manifestándose, hablando, haciéndose visible a través de nuestro rostro…
Después de la Ascensión el Señor no tiene otras manos más que las nuestras (Sta. Teresa)
Al despedirnos nos quedamos mirando… Dolidos de que se vaya:
Fray Luis de León le reprochaba al Señor:
Y dejas Pastor Santo tu grey en este valle hondo, oscuro en soledad y llanto?
Qué mirarán los ojos que vieron de tu rostro la hermosura
Que no les sea enojo?
Y a este mar turbado, quién le pondrá ahora freno?
¿Qué norte guiará la nave al puerto?
Ay nube envidiosa… ¡Que rica tu te alejas… y qué pobre y que ciegos, ay nos dejas!
Quédateme un poco más, marchateme un poco menos. Veteme yendo de modo que me parezcas viniendo. Y no que digas adiós, ni grites hasta la vuelta. Vete marchando de espaldas, para creer que regresas… (Eloy Blanco)

¿Cómo retomar la estela y el legado del Papa Francisco? Le preguntaba un periodista al cardenal Robert Prevost días antes de ser elegido y él contestó : “tras la muerte de Francisco vivo estos momentos de duelo en silencio y gratitud, necesitaré tiempo para comprender lo que me ha dejado a mí, a la Iglesia y al mundo. No podemos detenernos, ni volver atrás, el mundo de hoy no es el mismo que el de hace diez o veinte años”.
Y ya León XIV presentaba sus credenciales en la plaza de San Pedro: “Sigamos adelante construyendo puentes, con el diálogo, con el encuentro, en un solo pueblo” ¿Qué procesos abiertos por Francisco pueden proseguirse y profundizarse? Continuidad y creatividad
Francisco y León XIV ejecutan la misma sinfonía con registros diferentes. El carisma de Jorge Bergoglio se despliega en Robert Prevost y el destino de León prosigue la estela de Francisco.
Francisco inició este proceso señalando al sistema que expulsa y descarta y a los mecanismos estructurales que orillan y desechan. Proseguir el proceso significa soldar la compasión con la justicia
Francisco inició un proceso inequívoco de acogida, promoción, inclusión y defensa de las personas inmigrantes, que huyen de la guerra, la pobreza y la injusticia y se opuso frontalmente a las políticas restrictivas, hostiles e inhumana con las personas migrantes desde «la inalienable dignidad de cada persona humana más allá de su origen, color o religión».
Lo esencial para Francisco era el anuncio de la misericordia de Dios, que lo expresaba en gerundio “misericoridando”, y para León XIV, lo expresa en su “Dios nos ama incondicionalmente a todos y en todo lugar” . Francisco señaló los lugares de la misericordia con las personas y grupos excluidos, y abrió la Iglesia a todos, todo, todos; incluso a quienes resultan hostiles, extraños o indiferentes. León XIV se propone igualmente, según sus propias palabras ,“ el cuidado amoroso de los últimos y descartados”.

La búsqueda de la Paz y la militancia por la ayuda humanitaria de Francisco es un proceso irreversible que pide completarse; Francisco decía en el contexto de la guerra de Ucrania y de Oriente Próximo que “la Santa Sede está dispuesta a todo por la Paz” (Ximo García Roca).
Volviendo al Evangelio, Al despedirnos apostamos a lo esencial: ÁMENSE LOS UNOS A LOS OTROS COMO YO LOS HE AMADO
Y ahora en la Ascensión un mandato y una promesa: Vayan y yo estaré con ustedes todos los días hasta el fin del mundo…
Vayan: Una palabra que nos misiona, nos envía a anunciar el amor y la misericordia infinita del Señor, a vendar samaritanamente las heridas de cuantos encontramos en el camino. Una palabra que nos invita a salir a la plaza del mundo con una misión de Evangelio.
Que me invita a salir de los espacios conocidos, de los lugares seguros, de los rincones tranquilos, para lanzarme a construir y reconstruir tu reino. Y eso por un lado nos gusta, y nos asusta, y nos atrae, y nos inquieta…
Papa Francisco: Vayan, salgan, hagan lío, los prefiero heridos por salir que enfermos por cuidarse o cerrarse”.
No es un “vayan ellos”, dicho a un grupo de desconocidos. Su palabra es “andá vos”… está dicha para mí, hoy, aquí y ahora. Andá a los de cerca, y vive con ellos el evangelio. Andá a los lejanos, y acercalos al Señor. Andá a los heridos, y sana sus heridas. Andá a los solitarios y recuérdales que no están solos. A los que lloran, y enjugá sus lágrimas. A los que fracasan, y recuérdales que la dignidad no se pierde. Andá a los que no encuentran en su vida sentido y háblales de Dios.
Nuestra opción exige de nosotros estar en la primera línea, donde se libran las batallas, y no en retaguardias cálidas y seguras.

“Ellos fueron y proclamaron el evangelio por todas partes, y el Señor actuaba con ellos y confirmaba la palabra con los signos que los acompañaban” –Mc.16, 20-.
Según el evangelista Marcos (16, 15-20), las señales de la compañía de Jesús son: arrojar demonios, hablar lenguas nuevas, agarrar serpientes con las propias manos, el veneno mortal no los dañará e imponer las manos a los enfermos para que queden sanos. Pero como son señales tan gráficas podemos correr el riesgo de pasarlas por alto.
ARROJAR DEMONIOS: división, soberbia, mentira, mezquindad…
HABLAR NUEVAS LENGUAS:
Que lleguen al corazón de las personas
Que convoquen
Que muestren caminos nuevos
Abran puertas
Despierten nuevos deseos de vivir, de luchar, de ser buenos.
El siempre nuevo lenguaje de la caridad con obras…
AGARRAR SERPIENTES EN SUS MANOS
Afrontar conflictos y situaciones duras
IMPONER LAS MANOS A LOS ENFERMOS PARA QUE SANEN
Enfermedades de soledades y tristezas que urgen compañía
EXTENDER LAS MANOS a quienes padecen miedos, hambre, injusticia
ESTRECHAR LA MANO DEL QUE SUFRE PARA INFUNDIR VALOR
Tolentino Mendonca: La humanidad que hay en nosotros necesita ser abrazada siempre, pero con mucha más razón cuando está herida, cuando siente como si estuviera leprosa, disminuida, sofocada por la exclusión y el estigma, hecha añicos y sin saber cómo rehacerse, aislada como una isla de dolor…Con nuestra simple y fraterna presencia, podemos decir: “estoy aquí”, “no estás solo”.
Que la Ascensión del Señor nos abra a una fe viva, a una amistad profunda y a un compromiso que cambie todo miedo en confianza y todo sin sentido en esperanza.