El arzobispo de La Plata presidió la Vigilia Pascual en la catedral Inmaculada Concepción Monseñor Fernández: "Tenemos que atrevernos al vértigo de una vida resucitada"

Monseñor Víctor Manuel Fernández
Monseñor Víctor Manuel Fernández

El arzobispo de La Plata, monseñor Víctor Manuel Fernández presidió la solemne Vigilia Pascual el sábado 8 de abril en la catedral Inmaculada Concepción

Dijo que "Cristo vivo está para darnos vida, para arrancarnos de nuestras muertes, para devolvernos las ganas de luchar, para plenificar nuestra existencia y hacernos fecundos"

Instó a renunciar a "todo lo que sea muerte, vida a medias, existencia limitada y reducida. Elegí la vida, y sobre todo pedile a él: 'Jesús, mi amor, mi rey, derramá en mí toda esa vida nueva de tu resurrección'"

(AICA).- El arzobispo de La Plata, monseñor Víctor Manuel Fernández presidió la solemne Vigilia Pascual el sábado 8 de abril en la catedral Inmaculada Concepción. Concelebraron el rector de la catedral, presbítero Hernán Remundini, y el presbítero Kevin Malla.

En lo que es la gran y principal celebración de la Pascua, monseñor Fernández recordó que “Cristo resucitó por nosotros, para compartir con nosotros esa vida nueva y esto es lo que se manifiesta en algunas imágenes como la del Sagrado Corazón, desde donde brotan rayos hacia nosotros. O en la del Jesús misericordioso, desde cuyas manos resucitadas surgen hacia nosotros ondas de vida”.

“Cristo vivo está para darnos vida, para arrancarnos de nuestras muertes, para devolvernos las ganas de luchar, para plenificar nuestra existencia, para hacernos fecundos”, manifestó, y aclaró que “no importa que estemos mal, que nos sintamos fracasados, que estemos llenos de contrariedades. Jesús es capaz de resucitarte pase lo que pase, estés como estés, y siempre se puede abrir un camino en medio de los escombros. Pero tenemos que permitírselo y renunciar a una vida a medias. Tenemos que atrevernos al vértigo de una vida resucitada”.

"Cristo vivo está para darnos vida, para arrancarnos de nuestras muertes, para devolvernos las ganas de luchar, para plenificar nuestra existencia, para hacernos fecundos"

Recordó que en los anuncios proféticos “se advertía esta promesa de un Dios que quería ser manantial de agua llena de vida para nosotros, un Dios que buscaba derramar consuelo y fortaleza. Eso se ha cumplido en Cristo. Dejemos que nos invada con su vida nueva”.

“Porque nuestra imagen de él no es la de un recuerdo, un modelo, un filósofo. No, es el Señor que quiere reinar en nuestra existencia y volverla más intensa y plena. Es el amigo que sostiene, que acompaña, que levanta, pero que es capaz de penetrar en lo más íntimo para vivificarlo todo”, señaló.

¡Con su amor vamos para adelante! Si Cristo vive y es nuestro amigo, nada de nostalgias, nada de llorar recordando el pasado. Estamos vivos con él. Entonces, caminaré ‘de prueba en prueba, victoria tras victoria’, sacando bienes de los males, madurando con su gracia, alcanzando nuevos rumbos pase lo que pase”, afirmó.

Finalmente, instó a renunciar a “todo lo que sea muerte, vida a medias, existencia limitada y reducida. Elegí la vida, y sobre todo pedile a él: ‘Jesús, mi amor, mi rey, derramá en mí toda esa vida nueva de tu resurrección’".

Homilía completa

El vértigo de una vida resucitada

Homilía de monseñor Víctor Manuel Fernández, arzobispo de La Plata durante la Vigilia Pascual (catedral Inmaculada Concepción, 8 de abril de 2023)

¡Cristo vive! Y en el evangelio de Juan nos dice: “Yo vivo, y ustedes también vivirán” (Jn 14, 19). Porque Cristo resucitó por nosotros, para compartir con nosotros esa vida nueva.

Esto es lo que se manifiesta en algunas imágenes como la del Sagrado Corazón, desde donde brotan rayos hacia nosotros. O en la del Jesús misericordioso, desde cuyas manos resucitadas surgen hacia nosotros ondas de vida.

"Elegí la vida, y sobre todo pedile a él: 'Jesús, mi amor, mi rey, derramá en mí toda esa vida nueva de tu resurrección'"

Cristo vivo está para darnos vida, para arrancarnos de nuestras muertes, para devolvernos las ganas de luchar, para plenificar nuestra existencia, para hacernos fecundos. No importa que estemos mal, que nos sintamos fracasados, que estemos llenos de contrariedades. Jesús es capaz de resucitarte pase lo que pase, estés como estés, y siempre se puede abrir un camino en medio de los escombros. Pero tenemos que permitírselo y renunciar a una vida a medias. Tenemos que atrevernos al vértigo de una vida resucitada.

En los anuncios proféticos se advertía esta promesa de un Dios que quería ser manantial de agua llena de vida para nosotros, un Dios que buscaba derramar consuelo y fortaleza. Eso se ha cumplido en Cristo. Dejemos que nos invada con su vida nueva.

Porque nuestra imagen de él no es la de un recuerdo, un modelo, un filósofo. No, es el Señor que quiere reinar en nuestra existencia y volverla más intensa y plena. Es el amigo que sostiene, que acompaña, que levanta, pero que es capaz de penetrar en lo más íntimo para vivificarlo todo.

¡Con su amor vamos para adelante! Si Cristo vive y es nuestro amigo, nada de nostalgias, nada de llorar recordando el pasado. Estamos vivos con él. Entonces, caminaré “de prueba en prueba, victoria tras victoria”, sacando bienes de los males, madurando con su gracia, alcanzando nuevos rumbos pase lo que pase.

Renunciá entonces a todo lo que sea muerte, vida a medias, existencia limitada y reducida. Elegí la vida, y sobre todo pedile a él: “Jesús, mi amor, mi rey, derramá en mí toda esa vida nueva de tu resurrección. Amén”.

Mons. Víctor Manuel Fernández, arzobispo de La Plata

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