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Jorge García Cuerva carga en un mensaje pastoral contra este "crimen contra la humanidad"
Con motivo del Día Internacional de la Lucha contra la Trata de Personas y la Explotación Sexual de Mujeres, Niñas y Niños y Adolescentes, que se celebra el lunes 23 de septiembre, el obispo de Río Gallegos, monseñor Jorge García Cuerva, junto con el equipo diocesano de Pastoral Migratoria y Pastoral de la Escucha, envió un mensaje a la comunidad titulado “Una sociedad sin esclavos ni excluidos”.
Citando al papa Francisco, afirmó que “la trata ha dañado seriamente a la humanidad, desgarrando la familia humana y, por ende, también al Cuerpo de Cristo”. “Esta plaga constituye una violación injustificable a la libertad y a la dignidad de las víctimas, que son dimensiones constitutivas del ser humano querido y creado por Dios”.
Asimismo, considera a la trata como “un crimen contra la humanidad” y se conmovió ante “la alta tolerancia social y la naturalización del sistema prostibulario en nuestra diócesis que, para justificarla, suele vinculárselo con lo cultural”. Manifestó que “la trata de personas y la explotación sexual son modos de esclavitud que violan la dignidad, la libertad y los derechos humanos de tantas mujeres, niñas y jóvenes de ambos sexos”.
Por lo que se hizo un llamado “a todos los que tienen la autoridad y la capacidad de facilitar los caminos para liberar a las personas esclavizadas, que las victimas puedan recibir asistencia médica, legal, para y psicológica, ser protegidas de quienes las amenazan, y promueven la trata, la explotación sexual y laboral, es decir que las víctimas puedan acceder a una verdadera asistencia Integral para poder rehacer sus vidas dignamente”.
Finalmente, pide a Jesús “que nos haga conscientes de que son nuestros hermanos y que todos podemos hacer algo, que nos ilumine y nos ayude a encontrar nuevos caminos como Iglesia y como sociedad, con soluciones eficaces y prontas para erradicar este delito que pone en juego la defensa de la vida, acompañar con ternura y generosidad a las víctimas y sus familiares, y así podamos soñar y construir ‘una sociedad sin esclavos ni excluidos”.
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