Alberto Taveira está siendo investigado por la Policía y el Vaticano, reconoce la diócesis Un arzobispo brasileño, acusado de abusar de seminaristas al intentar "curar" su homosexualidad

Monseñor Alberto Taveira
Monseñor Alberto Taveira

El prelado, que sigue al mando de la diócesis, niega la mayor y asegura que se trata de "la acción del diablo"

Los abusos tenían lugar en tres estancias de casa del arzobispo: la capilla, donde el prelado conversaba sobre la vocación religiosa de los chicos; la sala de estar, lugar elegido para hablar de la familia o los estudios; y el dormitorio, donde el prelado les pedía hablar de sus intimidades y deseos y donde, según las acusacioes, tuvieron lugar los abusos sexuales

"Curaba" la homosexualidad de los seminaristas... abusando de ellos. Al menos esta es la denuncia de cuatro antiguos aspirantes al sacerdocio contra el arzobispo de Belem (Brasil), Alberto Taveira, que está siendo investigado por el Vaticano y la Policía de Brasil. El prelado, que sigue al mando de la diócesis, niega la mayor y asegura que se trata de "la acción del diablo".

Tras una investigación del portal de noticias G1, la diócesis emitió un comunicado oficial en el que "reitera al pueblo de Dios, con transparencia y serenidad, que están siguiendo las investigaciones en curso, con la certeza y confianza de que, al final, prevalecerá la verdad". Desde la Santa Sede no se ha dado más información, toda vez que la comisión vaticana aún no ha presentado oficialmente el informe.

Del mismo modo, se informa que, "por el secreto impuesto y en cumplimiento de las leyes, no puede revelar más información", y reclama "renovar nuestro sentido de comunión y solidaridad, porque, como dijo el Apóstol refiriéndose a la Iglesia, “cuando un miembro sufre, todos los miembros comparten su sufrimiento; si un miembro es honrado, todos los miembros comparten su alegría ”(1Cor 12, 26).

Pero, ¿de qué se acusa exactamente al arzobispo? Tal y como apunta la publicación, cuatro exseminaristas acusan a Taveira de utilizar su poder para abusar sexualmente de ellos.

Los testimonios recogidos por la investigación señalan que el arzobispo tiene la costumbre de acoger a los jóvenes en su propia casa. De hecho, los denunciantes tenían entre 15 y 18 años cuando sufrieron los abusos, entre 2010 y 2014.

Dichos abusos tenían lugar en tres estancias de casa del arzobispo: la capilla, donde el prelado conversaba sobre la vocación religiosa de los chicos; la sala de estar, lugar elegido para hablar de la familia o los estudios; y el dormitorio, donde el prelado les pedía hablar de sus intimidades y deseos y donde, según las acusacioes, tuvieron lugar los abusos sexuales. 

Cada tres meses, durante dos años

Uno de los denunciantes aseguró que los abusos se sucedían cada tres meses, y duraron dos años. Tres de las víctimas abandonaron el seminario, mientras que el cuarto fue expulsado por motivos disciplinarios.

Los cuatro denunciantes afirman que aceptaron participar en sesiones privadas de orientación espiritual en casa del prelado en diferentes momentos y por diferentes razones, pero que eso era muy común entre los seminaristas.

Las historias que cuentan los cuatro denunciantes describen un comportamiento metódico del arzobispo, que identificaba a los jóvenes que consideraba homosexuales (con o sin razón), se ganaba su confianza como figura paterna, los atraía a su casa con el pretexto de ayudarlos a deshacerse de su homosexualidad, los acosaba y finalmente cometía los abusos.

Por su parte, el prelado se ha defendido desde el púlpito. “Dios me ha dado la valentía para avanzarme al ojo del escándalo, el escándalo que se estaba montando y Dios nos dio la gracia de adelantarnos”, señaló al término de una misa en diciembre, entre los aplausos de la feligresía. “Si alguien, por casualidad, por la acción del diablo, pensó que iba a acabar con la Iglesia católica y la Iglesia de Belém, se equivocaba de lleno".

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