Plenaria virtual de la USCCB con el 'informe McCarrick' y la victoria de Biden en el ambiente Obispos USA: "Los tiempos del coronavirus exigen un cristianismo heroico"

El presidente de los obispos USA, durante su intervención
El presidente de los obispos USA, durante su intervención

Los obispos norteamericanos muestran su "profundo dolor" por las víctimas de abusos en la Iglesia

"La fe del pueblo en Dios fue sacudida por la pandemia y la convulsión económica relacionada"

"Renovamos hoy nuestro compromiso de proteger a los niños y adultos vulnerables y de eliminar este flagelo de abusos de la Iglesia"

La Asamblea anual de otoño de los obispos católicos de los Estados Unidos (USCCB) que tradicionalmente se realiza en la ciudad de Baltimore, comenzó ayer, 16 de noviembre, con la particularidad –por primera vez en su historia- de efectuarse en línea y sólo dos días. La anterior Asamblea (la de primavera) fue cancelada este año por el coronavirus.

El presidente de la USCCB y arzobispo de Los Ángeles, José H. Gómez, señaló al inicio de la Asamblea que “la fe del pueblo en Dios fue sacudida por la pandemia y la convulsión económica relacionada”, de ahí que prelado invitó a todos los obispos a llevar la noticia de la resurrección de Cristo y del triunfo de la vida sobre la muerte para todos, para ayudarlos a enfrentar la crisis. “En el centro de sus temores están las cuestiones fundamentales sobre la divina providencia y la bondad de Dios”.

“Hermanos, en este tiempo de muerte, sostengamos la palabra de vida. Nos reunimos en nombre de Dios, cuyo amor es más fuerte que la muerte”, dijo el arzobispo. Los tiempos, con su malestar social y la incertidumbre provocada por la pandemia, “exigen un cristianismo heroico”, subrayó. “Debemos continuar formando y capacitando a los discípulos misioneros, como el papa Francisco nos llama a hacer”.

Los caballeros de Colón

Luego, citando el ejemplo del padre Michael McGivney, fundador de Caballeros de Colón, beatificado el 31 de octubre en la Catedral de San José en Hartford, Connecticut, monseñor Gómez sugirió a los Obispos enfrentar las injusticias de nuestros días “viviendo el Evangelio”.

El arzobispo de Los Ángeles, recordó cómo para el sacerdote McGivney “el amor no era una abstracción ni una causa” porque conocía los rostros “de la viuda y el huérfano, el padre sin trabajo, el preso en el corredor de la muerte”, algunas realidades del pueblo norteamericano.

Monseñor Gómez también habló del plan estratégico de la USCCB que los obispos deberían aprobar durante la Asamblea, titulado “Creados de nuevo a partir del cuerpo y la sangre de Cristo: fuente de nuestra curación y esperanza”, definiendo así la misión del obispo: “continuar llevando sanación y esperanza al pueblo de nuestro tiempo”.

Solidaridad con las víctimas de los abusos

El arzobispo también recordó a los niños y adultos que han sido víctimas de abuso sexual por parte del clero dentro de la Iglesia, expresando “profundo dolor” y ofreciendo oraciones para que “encuentren curación y esperanza”. “Renovamos hoy nuestro compromiso de proteger a los niños y adultos vulnerables y de eliminar este flagelo de abusos de la Iglesia”, reiteró.

“Aquí estamos reunidos, como hermanos”, expresó, “pero en un contexto cultural y social específico, que el Santo Padre describe como un ‘mundo cerrado’ sobre el que se ciernen ‘nubes oscuras’ que impiden una auténtica fraternidad. ¿Qué son estas ‘nubes oscuras’? Una de las nubes más grandes es la ‘cultura del descarte’, que conduce al desprecio de la vida humana, en forma de aborto y eutanasia, trata de seres humanos y nuevas formas de esclavitud; al abuso del medio ambiente y a la progresiva marginación de los grupos”.

Y continuando con la enumeración de factores negativos, agregó: “Otra es la fragmentación y polarización de la sociedad, caracterizada por ataques feroces e intentos de propagar la desesperación y el desánimo para crear una situación de confrontación permanente en lugar de curación. Otra nube es el rápido crecimiento de la secularización, en la que la gente vive como si Dios no existiera, creando un mayor obstáculo para transmitir la fe dentro de la familia y de una generación a otra y dejando profundas heridas en la Iglesia y la sociedad”. 

Volver arriba