Diez nombres, una Iglesia dividida: los conservadores dominan la batalla por la presidencia del episcopado USA Los obispos de EE.UU. frente al espejo de la continuidad institucional o del soplo reformista
"El proceso electoral establece que el presidente será elegido por mayoría simple entre los miembros presentes y votantes. Una vez elegido el presidente, el vicepresidente será seleccionado entre los nueve candidatos restantes"
"De los diez candidatos propuestos, predominan perfiles conservadores o de centro moderado, confirmando que el episcopado norteamericano continúa anclado en la contención frente al espíritu sinodal y social impulsado por el Papa Francisco y su sucesor, León XIV"
"De los 10 nominados, cinco se alinean claramente en contra del camino sinodal, trazado por Francisco y continuado por León XIV, y se sitúan abiertamente en la visión de la guerra cultural"
"La USCCB se juega una vez más su papel ante la historia: o ser un puente hacia la Iglesia universal del Papa León XIV o permanecer atrincherada en las seguridades de otro tiempo y en la ya tan manida guerra cultural, que tanto daño hace a la Iglesia
"De los 10 nominados, cinco se alinean claramente en contra del camino sinodal, trazado por Francisco y continuado por León XIV, y se sitúan abiertamente en la visión de la guerra cultural"
"La USCCB se juega una vez más su papel ante la historia: o ser un puente hacia la Iglesia universal del Papa León XIV o permanecer atrincherada en las seguridades de otro tiempo y en la ya tan manida guerra cultural, que tanto daño hace a la Iglesia
La elección del nuevo presidente y vicepresidente de la Conferencia Episcopal de Estados Unidos (USCCB), prevista del 10 al 13 de noviembre, marcará el rumbo ideológico y pastoral de una Iglesia que sigue dividida entre la fidelidad institucional y las llamadas reformistas primero de Francisco y, ahora, de León XIV, el primer Papa norteamericano.
Son los propios obispos en votación secreta los que eligen a los eventuales candidatos, 10 en total. Es decir, la propuesta de candidatos lleva el aval de la mayoría del episcopado norteamericano.
Además, el proceso electoral establece que el presidente será elegido por mayoría simple entre los miembros presentes y votantes. Una vez elegido el presidente, el vicepresidente será seleccionado entre los nueve candidatos restantes.
Si ningún candidato obtiene más de la mitad de los votos en la primera ronda, se procederá a una segunda votación. De ser necesaria una tercera ronda, esta se limitará a los dos candidatos con más votos en la segunda vuelta.
Pues bien, de los diez candidatos propuestos, predominan perfiles conservadores o de centro moderado, confirmando que el episcopado norteamericano continúa anclado en la contención frente al espíritu sinodal y social impulsado por el Papa Francisco y su sucesor, León XIV. Ninguno de los cardenales más progresistas, forman parte de la lista, señal inequívoca de que la USCCB mantiene cerradas sus puertas a las corrientes renovadoras.
Es cierto que algunos de los purpurados, como Joseph Tobin (73 años) o Blase Cupich (76 años), ya no pueden ser elegidos. El primero, porque supera los 75 durante el trienio presidencial y el segundo, porque ya los supera hoy. Pero el cardenal Robert McElroy está en edad de ser elegido, a sus 71 años, pero su nombre nbi siquiera figura entre los presidenciables.
Durante muchos años, la praxis episcopal consistía en que el vicepresidente ascendía a la presidencia al final de los mandatos de tres años, pero en 2010, los obispos seleccionaron al arzobispo de Nueva York, Timothy Dolan, en lugar del vicepresidente en ejercicio, el obispo Gerald Kicanas de Tucson, Arizona, para escenificar claramente su viraje a la derecha.
El actual vicepresidente, William Lori, tiene 74 años y no puede presidir la conferencia, por lo que esta vez los obispos estadounidenses tienen que elegir a.l presidente y al vicepresidente.
De los 10 nominados, cinco se alinean claramente en contra del camino sinodal, trazado por Francisco y continuado por León XIV, y se sitúan abiertamente en la visión de la guerra cultural, concediendo una preeminencia total y absoluta únicamente al tema del aborto.
Candidatos propuestos a la presidencia y vicepresidencia
Robert E. Barron (63 años) – Diócesis de Winona-Rochester
Fundador del ministerio digital Word on Fire y pieza clave del catolicismo mediático global. Teológicamente, combina ortodoxia doctrinal con apertura cultural. Es uno de los líderes del sector más rigorista. Crítico con las derivas progresistas, aunque comprometido con el diálogo entre fe y modernidad. Representa el rostro intelectual y pedagógico del catolicismo más conservador.
Paul S. Coakley (69 años) – Arquidiócesis de Oklahoma City
Miembro del Comité Pro-Vida y del Grupo de Libertad Religiosa de la USCCB. Defensor del magisterio antropológico clásico y firme opositor a la ampliación de derechos LGTBI y de la agenda progresista de Francisco-León. Perfil doctrinal muy conservador, amigo del ex nuncio Viganó y con gran influencia entre los obispos rurales del centro-sur del país.
Daniel E. Flores (63 años) – Diócesis de Brownsville (Texas)
De raíces mexicanas, Flores es, sin duda, el más abierto de los obispos de la lista de candidatos y una voz muy respetada entre los católicos hispanos. Posee marcada sensibilidad pastoral y social, muy cercana a los pobres y a la teología de la misericordia. Cercano a las prioridades de Francisco y León XIV y muy implicado en el proceso sinodal, es considerado un moderado progresista. Aboga por la integración de migrantes y una moral social en sintonía con la dignidad humana integral.
Richard G. Henning (59 años) – Arquidiócesis de Boston
Teólogo sistemático, formado en Roma, sucedió en Boston al carismático cardenal O’Malley. Su enfoque teológico es centrista-tradicional, con inclinaciones hacia el magisterio moral del posconcilio. Adhiriéndose a una Iglesia fiel al Vaticano, mantiene prudente distancia de las tensiones políticas internas de la USCCB.
David J. Malloy (68 años) – Diócesis de Rockford
Antiguo secretario general de la USCCB, representa el institucionalismo conservador clásico: fiel al canon jurídico y a la jerarquía vaticana, pero alejado de la visión social de Francisco. Su liderazgo sería previsible y alineado con la continuidad institucional.
Nelson J. Pérez (64 años) – Arquidiócesis de Filadelfia
Hijo de inmigrantes cubanos, primer arzobispo hispano en una sede emblemática. Firme defensor de la pastoral integradora y de la comunidad latina. Considerado centrista con inclinación pastoral progresista, ha buscado tender puentes entre conservadores y reformistas. Bien valorado por su tono conciliador.
Kevin C. Rhoades (67 años) – Diócesis de Fort Wayne–South Bend
Fue presidente del Comité de Doctrina de la USCCB. Intelectualmente brillante y claramente conservador, comprometido con la defensa de la moral sexual y familiar. Es visto como representante de la disciplina doctrinal del episcopado más resistente a las innovaciones sinodales.
Alexander K. Sample (64 años) – Arquidiócesis de Portland (Oregón)
Uno de los nombres más tradicionalistas del episcopado norteamericano. Promotor del latín en la liturgia y cercano a movimientos preconciliares. Su liderazgo reforzaría las posturas contrarias al estilo pastoral de Francisco y León XIV.
Charles C. Thompson (64 años) – Arquidiócesis de Indianápolis
Perfil moderado, con una línea centrista institucional . Aunque ideológicamente prudente, se mantiene en el eje de obediencia al Vaticano, sin alinearse con liderazgos carismáticos ni rupturistas. Podría unificar la conferencia episcopal.
Edward J. Weisenburger (64 años) – Arquidiócesis de Detroit
Considerado un pastor progresista discreto, ha abordado temas de justicia social y migración con sensibilidad cercana al magisterio de Francisco. Aunque no figura entre los aliados directos del Papa, mantiene un pensamiento equilibrado y pastoralmente receptivo a los cambios.
Valoración en clave ideológica
La composición de esta lista evidencia que la Conferencia Episcopal estadounidense continúa dominada por los bloques conservadores y centristas, con tintes posconciliares. Solo dos o tres candidatos —Flores, Pérez y Weisenburger— representan cierta conexión con la apertura social y pastoral de Francisco y León XIV. El resto encarna una resistencia contenida a las reformas, marcada por la defensa del orden moral clásico, la libertad religiosa frente al Estado y la crítica al intervencionismo de Roma.
La exclusión de Tobin y McElroy , voces experimentadas del progresismo eclesial, revelan el deseo de preservar el statu quo y evitar un giro pastoral en clave latinoamericana. Todo ello mantiene vivo el pulso entre Washington y el Vaticano, en una Iglesia norteamericana que sigue buscando su alma entre el inmovilismo doctrinal y el soplo del Espíritu que llega del sur.
La elección de noviembre será, pues, un termómetro de la capacidad de los obispos estadounidenses para reconciliar su influencia política con la fidelidad al Evangelio social. Entre la rigidez institucional y el anhelo de renovación, la USCCB se juega una vez más su papel ante la historia: o ser un puente hacia la Iglesia universal del Papa León XIV o permanecer atrincherada en las seguridades de otro tiempo y en la ya tan manida guerra cultural, que tanto daño hace a la Iglesia.
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