Que no nos engañen, la ruina económica no la ha provocado la pandemia, sino las medidas de confinamiento de un gobierno que eligió la vida –dice ahora– a la economía. ¡Cómo si fueran cosas distintas! ANTONIO ROBLES - TRIBUNA ABIERTA : ¿Socialistas o mangantes?

«Pedro Sánchez está minando la fortaleza de las instituciones, laminando los valores en que se sustentan, dilapidando el crisol moral que la Transición del 78»

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Antonio Robles Almeida por Cristina Casanova

Antonio Robles, BARCELONA 

Actualizado:04/11/2020 11:26hGUARDAR

¿Socialistas o mangantes?

Comienza a cuajar la angustia. Cientos de miles de familias empiezan a tener serios problemas para pagar las necesidades mínimas diarias. Ni siquiera les queda la esperanza de que tras el confinamiento volverá a salir el sol. Tras la segunda ola, el avance de la pandemia ya no es una anécdota, un revés, esa catástrofe que nos dejó malheridos. Es algo mucho más grave. Tras el impacto y las pérdidas inesperadas, nadie nos puede asegurar ya que recuperaremos el trabajo y la normalidad.

No, esta segunda ola nos está robando hasta la esperanza. En el horizonte aparece el miedo a la miseria, y la angustia empieza a hacer mella en miles de pequeños negocios familiares como bares, restaurantes, empresas de transporte, del espectáculo, del turismo, y en millones de trabajadores que tras los ERTE y el seguro de desempleo, sólo les queda el Ingreso Mínimo Vital como bote salvavidas. Que no nos engañen, la ruina económica no la ha provocado la pandemia, sino las medidas de confinamiento de un gobierno que eligió la vida –dice ahora– a la economía. ¡Cómo si fueran cosas distintas!

Y ante la hecatombe que se nos viene encima, con medio país en paro, sin recursos para mantener los alquileres, y en miles de casos ni para hacer la compra diaria de supervivencia, el Gobierno decide subir el sueldo a funcionarios y jubilados. ¿En qué mundo viven estos burócratas?

Con un país en quiebra, una deuda soberana previsible del 117 por ciento y unas ayudas europeas que vendrán con cuentagotas y no cubrirán ni un 10 por ciento de nuestras necesidades, no se le ocurre otra cosa que apuntalar a los dos sectores sociales que tienen asegurado el trabajo y el sueldo de por vida. Mientras tanto, más de medio país está en la ruina sin saber qué va a hacer con sus vidas, sus empresas, y en el caso de los trabajadores por cuenta ajena, desesperados porque ellos, sobre todo ellos, no tendrán otro amparo que el de las ayudas sociales mientras la rueda de la economía se despeña sin saber nadie cuando podrá ser rescatada de la ruina.

¿Para qué tenemos un Estado? ¿Qué sentido tiene el patriotismo si cuando medio país se hunde, el otro medio no le asegura los recursos necesarios para pasar el trago? Si un funcionario tiene trabajo y sueldo fijo, ¿no sería lógico y justo que cualquier recurso se utilizara para prevenir y amparar a los que lo están necesitando con mayor urgencia y acaparar a través del ahorro de necesidades ya cubiertas, las necesidades futuras más que probables?

Por si el despropósito no fuera suficiente, va el gobierno y se sube también el sueldo en los nuevos presupuestos. En lugar de bajárselo, aunque sólo fuera por vergüenza ante la tragedia de tantas familias sin recursos, va y se lo sube. Hay que ser muy miserables para otorgarse a ellos mismos un sobresueldo mientras medio país pasa hambre. Y no es por la cantidad (un 0,9 por ciento) sino por la insensibilidad. También lo intentaron los diputados, pero la oposición al Gobierno y a los partidos que le apoyan, se negaron. Espero que por coherencia y no por cálculos electorales, o por jorobar a este gobiernos de populistas, que a la hora de la verdad son muy generosos con el dinero ajeno, pero nada con el propio.

Y si la obscenidad no era suficiente, se crea en plena pandemia una cátedra extraordinaria en la Universidad Complutense de Madrid para la mujer de Pedro Sánchez. ¡Increíble! Me remito a la opinión que le merece al doctor de Derecho Internacional Privado en la Universidad Autónoma de Barcelona, Rafael Arenas:

«Pero... ¿qué curriculum tiene Begoña Gómez para que se le dé la dirección de esta cátedra extraordinaria?

Aclaremos, para quienes no estén familiarizados con la jungla académica, que esta cátedra no tiene nada que ver con lo que es una cátedra funcionarial. No es que hayan hecho a Begoña Gómez catedrática. No es eso.

Las cátedras extraordinarias como ésta no son más que un dinero que aporta alguien externo a la universidad para que se estudie un determinado ámbito. Con ese dinero se paga lo que cobra el titular de la cátedra, el personal administrativo, se cubren los gastos de funcionamiento y si acaso, los costes de otros investigadores senior o en formación.

No es, como digo, una posición de catedrática; pero la universidad que pone el nombre ha de velar para que el proyecto tenga cara y ojos y que quien esté al frente tenga suficiente prestigio como para alejar la imagen de que sea un chiringuito para algún enchufado.

¿Cuál es el CV académico de Begoña Gómez? ¿Qué títulos tiene? ¿Qué artículos ha publicado? ¿Qué tesis ha dirigido? ¿Qué estancias de investigación ha realizado? ¿Qué ponencias o comunicaciones ha presentado a congresos? ¿Cuál es su posición en el google scholar? ¿cuál es el contenido de su página en orcid, la base de datos de investigadores?

No son preguntas capciosas, son preguntas legítimas que todos nos hacemos cuando algo así ocurre.

Y para ser justos. También puede ser que la dirección de la cátedra se otorgue no a alguien con un extraordinario currículum académico, sino a un profesional de extraordinario prestigio que quiere conectarse con la universidad. Si es así la pregunta es qué méritos profesionales puede presentar Begoña Gómez.

Y si estas son preguntas que siempre nos planteamos cuando se crea una cátedra extraordinaria, si quien la va a dirigir es la mujer del presidente del gobierno, es evidente que la respuesta a todas ellas debería ser exhaustiva».

Pedro Sánchez está minando la fortaleza de las instituciones, laminando los valores en que se sustentan, dilapidando el crisol moral que la Transición del 78 y la Constitución cultivó durante cuatro décadas. Su amoralidad es obscena, sus mentiras insoportables, ha perdido todo vestigio de vergüenza.

No sólo está poniendo en riesgo los pilares de las instituciones democráticas, si sigue así acabará también con los valores que las sostienen. Es un desastre, es un peligro, la peor pandemia política de los últimos 40 años.

Fuente: ANTONIO ROBLES - TRIBUNA ABIERTA : ¿Socialistas o mangantes?

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