Hay líneas rojas que ningún Gobierno democrático que aspire a ser respetado como tal debe cruzar jamás. Una de ellas tiene nombre propio: Bildu Ana BELTRÁN: La degradación moral de un partido de Estado

→ "Bildu es un partido inmoral. Siguen justificando los asesinatos y los secuestros de ETA"→ "Sánchez ha vendido España a Bildu"→ "Bildu va a cobrarse este apoyo buscando un referéndum para que Navarra sea anexionada al País Vasco"→ "Sánchez ha humillado a las víctimas de ETA pactando con Bildu"

Ana Beltrán acusa a Bildu

La degradación moral de un partido de Estado

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Miércoles, 18 noviembre 2020 - 15:49

J. L. Ábalos, ministro de Fomento y secretario de organización del...

J. L. Ábalos, ministro de Fomento y secretario de organización del PSOE INMA MESA
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2045, centro de Barcelona. Cientos de personas conforman una gran hilera sobre el paseo de La Rambla de la ciudad condal. Portan fotografías de gran tamaño de presos yihadistas encarcelados en España, entre los cuales se encuentran Younes Abouyaqooub, Mohamed Houli, Youssef Aalla, Oukabir o Ben Iazza. Los presentes profieren gritos a favor de su excarcelación mientras un diputado del parlamento catalán sube a la tribuna de un pequeño escenario y pide a la multitud que aplauda a los presos. El diputado agarra un micrófono y dice que los reclusos que allí se homenajean "no son ni maltratadores ni pederastas y tienen el apoyo de mucha gente". Lo que no dice es que uno de ellos fue el conductor del vehículo que arrolló brutalmente a los viandantes de La Rambla barcelonesa en 2017, asesinando a 13 personas e hiriendo a más de 100, que otro lideró los ataques terroristas en Cambrils; que otro, preparando el atentado de La Rambla, se grabó en vídeo y aseguró a cámara: "Soy el elegido entre millones de hombres para haceros llorar sangre".

Imagine usted por un momento que esto pudiera suceder en Barcelona. Imagine que miembros de un partido político con representación pública pudiera llegar a agasajar en la calle a yihadistas confesos y orgullosos de serlo. Y ahora imagine a un Gobierno de España pactando su proyecto de país con esos indeseables y agradeciendo, en el colmo del delirio, su contribución a la gobernabilidad y a la estabilidad de España.

Deje de imaginar. Vive usted en un país en el que en apenas dos meses ha sucedido algo idéntico. El pasado 13 de septiembre Bildu, orgulloso brazo justificador de ETA, organizó en Bilbao una multitudinaria manifestación para honrar imágenes de sanguinarios asesinos impresas a todo color. Una marcha protagonizada por uno de los últimos jefes de ETA, David Plá, y por un parlamentario de Bildu, Arkaitz Rodríguez. El primero se considera a sí mismo un héroe y fiel integrante de un movimiento de liberación. El segundo, es un pistolero verbal a sueldo que defiende que Plá y sus amigos de armas "no son ni maltratadores ni pederastas" y que la misión de Bildu es una: "Nosotros vamos a Madrid a tumbar definitivamente el régimen".

El pasado 11 de noviembre, el Gobierno de España, a través de su vicepresidente Pablo Iglesias, anunció un pacto con Bildu para los Presupuestos Generales del Estado y la inclusión del brazo justificador del terrorismo de ETA en "la dirección del Estado". Poco después, el mismo Gobierno, por boca de su ministro José Luis Ábalos, aseguró que una formación que lleva en su ADN político el blanqueamiento sistemático de disparos contra nucas desnudas tiene más sentido de la responsabilidad de Estado que el Partido Popular.

España no se merece lo que su Gobierno le está haciendo. Y el Partido Socialista Obrero Español no se merece lo que su secretario general, Pedro Sánchez, le está haciendo. Los enemigos del Estado de derecho y de la legalidad constitucional no lo son por el hecho de ser de izquierdas o de derechas. En este país cabemos todos los demócratas, pensemos lo que pensemos, besemos a quien besemos y recemos a quien nos venga en gana. Pero hay líneas rojas que ningún Gobierno democrático que aspire a ser respetado como tal debe cruzar jamás. Una de ellas tiene nombre propio: Bildu.

Bildu es una formación política que fundamenta su razón de ser en el odio a la pluralidad. Sus dirigentes se llenan la boca con palabras como libertad de expresión, infancia, reparación o regeneración democrática. Y yo pregunto: ¿cómo se defiende la libertad de expresión mientras se alaba a cuatro etarras que murieron en el año 2000 mientras planeaban atentar contra un periódico en Bilbao? Lo hizo este mismo año Eneko Compains, miembro del Consejo Nacional de Sortu -integrado en Bildu-, que expuso: "Patxi, Ekain, Zigor y Urko, siempre en nuestro corazones".

Pregunto: ¿cómo se defiende a la infancia mientras se ensalza al dirigente de ETA Josu Ternera, conocido por ser el cerebro de atentados contra niños? Lo hizo Bildu en sus cuentas oficiales el pasado mes de julio: "Queremos trasladar nuestro abrazo a Josu y a todos sus familiares y amigos". Ternera era el número uno de ETA cuando un coche bomba asesinó en 1988 al niño Luis Delgado, que tenía dos años y medio. Y aún está pendiente su entrega a España para que responda por el atentado contra la casa cuartel de Zaragoza en 1987, en el que fueron asesinadas Rocío Capilla (12 años), Silvia Ballarín (6), Silvia Pino (7), las gemelas Míriam y Esther Barrera (3 años) y su tío Ángel Alcaraz (17).

Pregunto: ¿cómo puede hablar Bildu de reparación mientras promueve, promociona, ampara y jalea homenajes públicos a condenados por terrorismo recién salidos de prisión? Lo ha dejado claro el jefe de Bildu, el condenado por terrorismo Arnaldo Otegi: "Hay 250 presos de ETA y habrá 250 recibimientos". Pregunto: ¿cómo puede hablar Bildu de regeneración democrática cuando ha construido una sangrienta puerta giratoria que conecta la cárcel con las instituciones públicas? Sólo en el Parlamento Vasco hay tres parlamentarios de la formación que acumulan entre sí 20 años en prisión como consecuencia de sus vínculos con ETA.

Con todas estas circunstancias encima de la mesa, lo verdaderamente preocupante no es el cinismo de una formación a todas luces radical, amoral y antidemocrática, sino el compadreo cómplice que el PSOE de Pedro Sánchez muestra a diario con ella hasta el punto de concebirla como un socio preferente. Primero sólo en Navarra. Ahora en toda España.

La mayor vergüenza que he sentido en mi vida política es la de haber tenido que escuchar a un ministro de mi país decir que "Bildu hace más esfuerzo en normalizar que el que hace el Partido Popular, que se instala en cuestiones muy antiguas y de tiempos que todos queremos superar". Mi sonrojo no se justifica porque la declaración sea falsa, sino por cómo el Gobierno de todos los españoles reconoce haber comprado el marco ideológico que construyó una organización criminal y que su brazo justificador lleva años difundiendo. Sí, señor Ábalos, Bildu hace un esfuerzo inconmensurable por blanquear el asesinato de hombres, mujeres y niños mientras el Partido Popular se empeña en que no nos obliguen a pasar página sin leerla, sin recordar a diario quién es quién: quién mató, quién murió presa de asesinos y quien se empeña hoy en ensalzar a los primeros y en humillar a los segundos.

Los Presupuestos Generales del Estado son la expresión en cifras de un proyecto político. Y ningún proyecto político que aspire a reconstruir España tras la peor crisis sanitaria y económica desde la Guerra Civil, así como a fortalecer el país de la mano de la legalidad constitucional y el respeto a la pluralidad democrática, puede ni debe pactarse con enemigos de la democracia, amigos de asesinos orgullosos de serlo y defensores de la destrucción del Estado de derecho.

Tratar de acordar políticas de Estado con los que contribuyeron a sembrar de fuego y miedo nuestro país y aún disculpan la sangre derramada y el dolor causado por la organización terrorista ETA es un ejercicio de connivencia con planteamientos antidemocráticos impropio de un Estado de derecho o de cualquier democracia.

Urge poner pie en pared y decirle alto y claro y a la cara a este Gobierno que no todo vale. Quienes tienen como fin político la destrucción de nuestro ordenamiento constitucional e incluso lo han intentado derrocar a fuerza de violencia, extorsión y amenazas de muerte no pueden ni deben sentarse a la mesa de los demócratas. No se lo merecen. No se lo han ganado. Hay que aislarlos y cercarlos con un cordón sanitario del tamaño de su desvergüenza. Se lo debemos a quienes dieron la vida para que nosotros disfrutásemos de la nuestra en libertad. Nos lo debemos a nosotros mismos y a las nuevas generaciones.

*Ana Beltrán es Vicesecretaria Nacional de Organización del Partido Popular, Diputada en las Cortes Generales y Presidenta del PP de Navarra.

Fuente:Ana BELTRÁN: La degradación moral de un partido de Estado

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