Y así pasaron 20 años. Y podrían haber pasado 30. Nada cambió porque nada se hizo para que cambiara y porque nadie tuvo esa determinación para el cambio, ni nadie apoyó a quien hubiera podido tenerla. María-José PEÑA: ¿ VEINTE AÑOS NO ES NADA?: AFGANISTAN

Hoy, ya lo hemos visto, y veremos (o sucederán aunque no las veamos), cosas peores. Millones de personas volverán al atraso de someter sus vidas a una religión intolerante y atrasada, rechazada por la razón, e incapaz para el progreso. Y millones de mujeres regresarán a la condición de esclavas, despreciadas, sin derechos ni futuro, tuteladas como incapaces y reservadas exclusivamente a una función reproductora en la que no les cabrá opinar.

¿ VEINTE AÑOS NO ES NADA?: AFGANISTAN
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“Que veinte años no es nada, que febril la mirada”…  Eso dice la canción. Y yo, muchas veces, hasta me lo he creído. Y me he dejado arrastrar por esa letra de tango desgarrado que excita los sentimientos y que te dice que 20 años no es nada.
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Pero luego, pasado el momento vertiginoso de ser arrastrado por la desesperación de la letra, recapacitas y te das cuenta de que veinte años es mucho tiempo. Para según qué cosas, demasiado.
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No voy a hablar ahora de las muchas cosas de la vida para las que 20 años es demasiado tiempo. En mi vida personal son demasiadas, ya. Voy a hablar tan sólo de los 20 años de presencia occidental en Afganistán.
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Todos nos hallamos conmocionados por las imágenes vistas. Y es que la vista es más sensible que la imaginación, pero lo que podríamos imaginar que se avecina para la población en Afganistán y, especialmente, el futuro que se avecina para las mujeres afganas, podría ponernos la piel de gallina.
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Y todo empezó hace 20 años, cuando se empezó a perseguir, allá donde estuviere, al terrorismo islamista. La herida profunda que dio lugar a ello se recibió en Norteamérica pero todos la sentimos propia. América emprendió su cruzada en solitario, Europa lloró y calló. Y pronto, especialmente después de la venganza contra Bin Laden, el mundo olvidó.
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Pero siguieron pasando los años.
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Durante esos veinte años, a Europa le dio tiempo de enterarse de lo que ocurría en aquella remota región del globo, pero olvidó interesarse. EEUU, tuvo tiempo de reducir a los talibanes, buscar gente competente entre la población, estimularla, formarla, promover el laicismo en el país, modernizarlo, crear una conciencia de rechazo a las fanáticas convicciones religiosas de la Ley islámica (incompatibles con nuestro sistema de libertades y con nuestro respeto a los Derechos Humanos) y de estimular la participación y el deseo de progreso de acuerdo con Leyes civiles. Pero se olvidó de hacerlo; prefirió conservar un régimen corrupto ajeno a la población y sin espíritu de trabajo ni proyecto de futuro, que arriesgar vidas, tiempo y dinero en un esfuerzo solitario e incomprendido por muchos , y, en ocasiones objeto de reproches.
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Y así pasaron 20 años. Y podrían haber pasado 30. Nada cambió porque nada se hizo para que cambiara y porque nadie tuvo esa determinación para el cambio, ni nadie apoyó a quien hubiera podido tenerla.
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Hoy, ya lo hemos visto, y veremos (o sucederán aunque no las veamos), cosas peores. Millones de personas volverán al atraso de someter sus vidas a una religión intolerante y atrasada, rechazada por la razón, e incapaz para el progreso. Y millones de mujeres regresarán a la condición de esclavas, despreciadas, sin derechos ni futuro, tuteladas como incapaces y reservadas exclusivamente a una función reproductora en la que no les cabrá opinar.
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Que veinte años no es nada, dice la canción. Y así es, nada han sido estos veinte años más que una sangría de vidas, una ficción para la población afgana, un leve respiro para sus mujeres, y una vuelta a lo mismo para los talibanes.
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Pero veinte años, sin los errores y la pusilanimidad de los decrépitos gobernantes de Occidente, podrían haber sido algo; podrían haber sido un bastión de civilización en aquella zona del mundo y, sobre todo, una posibilidad de existencia como seres humanos para su población.
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Venga ya, sigamos cantando, vivamos la derrota, porque lo de “hacer”, la Comunidad Internacional lo ha puesto en manos de los talibanes:
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“Volver
Con la frente marchita
Las nieves del tiempo platearon mi sien.
Sentir
Que es un soplo la vida
Que veinte años no es nada
Que febril la mirada
Errante en las sombras, te busca y te nombra…”
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