Parece que el evidente ascenso del PP en cuanto a la intención de voto que anuncian todos los indicadores, se debe más al rechazo a las alianzas de gobierno mantenidas por el PSOE sanchista y a las políticas desastrosas, antiespañolas y de concesiones al nacionalismo que hace el Gobierno de coalición que a las propias simpatías políticas que despierta el PP.

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En esa situación, tendría más sentido que el PP insistiera en mostrar las diferencias entre ambos grupos políticos y en las diferencias de Programa para responder a los graves problemas que tienen planteados los españoles, que en confundirse con el paisaje que se rechaza estableciendo acuerdos para repartirse cargos y poder en algunas instituciones.

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Pero lo que aún se comprende menos es que la dirección del PP arremeta contra los mejores de sus dirigentes que han demostrado con una actitud distinta ser una auténtica alternativa al sanchismo actual, caso de la Presidente de la Comunidad de Madrid, Isabel Ayuso, o del Presidente de la Junta de Andalucía, Juanma Moreno Bonilla. Y no digamos de la antigua Portavoz, Cayetana Álvarez de Toledo.

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Después de cesar de malos modos a la mejor Portavoz que ha tenido el PP, después de las andanadas lanzadas contra la Presidente de la Comunidad de Madrid, ahora viene el turno de presión y desconsideración hacia el Presidente de la Junta de Andalucía, quien está realizando una difícil y ansiada labor de desmontar los chiringuitos de poder que envilecieron al PSOE andaluz y de trabajar para salir de la indolencia en que décadas de poder socialista sumieron al territorio.

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¿Qué pretende la dirección del PP quebrando la autoridad, el prestigio y el magnífico trabajo que están haciendo quienes son los que concitan las esperanzas del votante respecto al PP?. Imposible saberlo pero Pablo Casado, un dirigente dubitativo e influenciable, que no acaba de alcanzar el prestigio y la solidez de actuación que debe acompañar a quien aspira a ser la alternativa a lo que hay, no puede permitirse erosionar la solidez de quienes sí lo han alcanzado. Todo lo contrario, debe realzarla y apoyarse en ella.

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Por el camino emprendido, Sr. Casado, no se irá a parte alguna. Es suicida.

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Libérese de influencias nefastas; ponga el acento en la “diferencia” respecto al PSOE sanchista que esperan los españoles; apoye a los suyos; no arremeta contra posibles aliados de futuro; no se emponzoñe con repartos de poder que han envilecido prácticas anteriores… busque su sitio donde debe y no en las últimas filas de los contrarios.

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Sr. Casado, hay mucho en juego para los españoles. Y usted encarna hoy una esperanza, no la arruine.

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