1. LA NORMALIDAD
Pues ya estamos recuperando la normalidad.
Durante algún tiempo casi se nos había olvidado. Atentos como estábamos al virus, pendientes de la salud de familiares y amigos, confinados, atentos a las cifras de muertes y a las medidas para contener la pandemia, casi se nos había olvidado la normalidad.
Pero, no. La realidad es terca y se manifiesta. Y ya tenemos otra vez lo que casi habíamos dejado de ver: el nacionalismo triunfante, subido a su carroza, desplegando su supremacismo, arramblando con nuestros derechos, aquí está otra vez.
En Cataluña, los cachorros toman otra vez la Meridiana; los que hablan en español aunque lo hagan para reivindicar un trabajo que se les escapa, son acosados; los grandes dirigentes, conscientes de la gravedad de la situación económica que se avecina, se suben el sueldo; y la Portavoz reivindica la Mesa que se quedó coja por la ferocidad del virus y el Relator ecuánime que haga de Notario. De igual a igual, eso reclaman. Y, al parecer, de igual a igual, eso tendrán.
Y el Gobierno de España cierra los ojos a mucho de ello y dice que sí a lo demás.
Así que, ya estamos otra vez en la normalidad; esto si que es verdadera normalidad. Sólo que a partir de ahora será una normalidad casi sin ancianos, con la clase sanitaria devastada por las carencias ante el virus, con el Gobierno de la Nación a los pies de Torra y el mandatario Rufián, con un PP enfangado en destrozar lo que de mejor tiene, la voz seria y contundente de CAT, y con un C´s dispuesto, preparado, para lo que manden.
Y sin PSOE. Ya no hay PSOE, sólo hay cargos y Sánchez. Y, además, pillados por Podemos. Casi no me lo creo. Podemos bajó en escaños, estaba condenado a ser una fuerza marginal, irrelevante, y Sánchez lo encumbró a los altares y le dio las llaves del Reino. Cuando llegue el momento en que Iglesias quiera volar solo, Sánchez le sobrará. Y todos conocemos los modos de Podemos y los de Pablo Iglesias, que es lo que es hoy Podemos. Podemos es hoy Pablo Iglesias. Pablo Iglesias y la vocecita afilada de Echenique. Y los cientos de fracasados que hoy aspiran a hacerse un hueco allí. Y nada más pero con eso y la necesidad de Sánchez de seguir siendo Presidente, pueden tirar bien un tiempo.
Prepárense para lo que venga. Una crisis económica que nos devolverá a la inseguridad vitalicia, la miseria y el hambre. Nuevos barracones como Colegios; la misma falta de recursos en la Sanidad, las listas de espera; la Administración vestida de amarillo; Rufián, con capa de salvador y modos de matón de barrio que se pretende estadista; el Congreso, sin cabeza; la Justicia, desarbolada; la monarquía, desaparecida… e Iglesias, aplaudiendo; y Sánchez en hinojos.
Así que, bienvenidos a la normalidad, ésa que se nos estaba olvidando.
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También hemos visto la bochornosa situación protagonizada por el ministro Marlaska cesando a quien se ha resistido a sucumbir a los manejos desplegados por dicho Ministerio para interferir en el Poder Judicial.
Y, finalmente, hemos visto al representante de ERC faltar gravemente al respeto a la Guardia Civil sin que el Presidente del Gobierno respondiese en defensa de dichas fuerzas, sino que su respuesta estaba absolutamente dedicada a calmar con palabras dulces y cariñosas la ira del representante de ERC.
Con esos comportamientos ¿Qué pretenden los miembros del Gobierno? ¿Qué buscan?. ¿Adonde se dirigen?.
.Del Presidente del Gobierno, no tengo dudas: a conservar el poder; con quien sea, como sea. El Ministro de Justicia ha liberado el Rasputín que llevaba dentro y también persigue el mando, lejos de los márgenes de poder que corresponden a un Juez. Pero lo que me preocupa es qué quiere el Vicepresidente, a qué está dispuesto ahora que tiene al Presidente en sus manos y a nadie que parezca oponérsele en sus propósitos. Y es que el precio del Presidente en el poder, no está fijado, y quien parece que lo va a fijar es el Vicepresidente. Eso es lo que me asusta.
Si así se comporta el Gobierno de España, a los españoles nos quedan pocas cosas en que confiar.
Desde luego, el Presidente del Gobierno no es una de ellas; el Ministro de Justicia, tampoco; me ahorro citar a los dirigentes de esos nacionalismos al acecho de cualquier crisis para sacar tajada de la situación… Y del Vicepresidente no es que en él no podamos confiar, es que de él, especialmente, debemos desconfiar.
La oposición constitucionalista PP, VOX y C´s, a pesar de algunos grandes y nobles esfuerzos individuales de unión, está desunida. Y estando desunida, se queda sin poder.
¿En quién podemos confiar entonces?. O salen nombres o prepárense, pues, para cualquier cosa.
Como Romeos y Julietas enceguecidos por un amor adolescente, hemos seguido el rastro de la Constitución sin darnos cuenta de que la Constitución es como el Bimbo: lo soporta todo. Porque nuestra ley fundamental lleva en sí misma su autodestrucción, cuando da más poder a los partidos que a los órganos reguladores, de tal modo que los partidos son ahora los propios reguladores. Y los partidos no dejan de ser cuatro camarillas cuya cohesión ideológica llega hasta donde llegan las prebendas.