Ursula von der Leyen: Discurso de apertura en la sesión plenaria del Parlamento Europeo

Soy candidata gracias a todos y a todas los que han derribado las barreras y las convenciones. Lo soy gracias a todos y todas los que han construido una Europa de paz, una Europa unida, una Europa de los valores.

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Esta convicción europea es la que me ha guiado a lo largo de toda mi vida y mi carrera, como madre, como médica y como política.

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La valentía y la audacia de pioneros como Simone Veil son la piedra angular de mi visión de Europa.

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Y es mi intención guiar a la Comisión Europea con ese mismo espíritu.

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Ursula von der Leyen, Presidenta de la  Comisión Europea

Discurso de apertura en la sesión plenaria del Parlamento Europeo

Versión pronunciada

Ursula von der Leyen

Candidata a la presidencia de la Comisión Europea

Estrasburgo 16 de julio de 2019

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  Discurso de apertura en la sesión plenaria del Parlamento Europeo

Señor presidente: Señorías:

Hace exactamente cuarenta años que la primera presidenta del Parlamento Europeo, Simone Veil, fue elegida y presentó su visión de una Europa más unida y más justa.

Gracias a ella y a todos los demás iconos europeos, les presento hoy mi visión de Europa. Cuarenta años más tarde, puedo proclamar con gran orgullo que, finalmente, la candidata a la presidencia de la Comisión Europea es una mujer.

Soy candidata gracias a todos y a todas los que han derribado las barreras y las convenciones. Lo soy gracias a todos y todas los que han construido una Europa de paz, una Europa unida, una Europa de los valores.

Esta convicción europea es la que me ha guiado a lo largo de toda mi vida y mi carrera, como madre, como médica y como política.

La valentía y la audacia de pioneros como Simone Veil son la piedra angular de mi visión de Europa.

Y es mi intención guiar a la Comisión Europea con ese mismo espíritu.

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Señor presidente,

Señorías:

Desde las ruinas y las cenizas en que las guerras mundiales dejaron sumida a Europa, los padres y madres fundadores consiguieron llevar a buen puerto una misión formidable, la instauración de la paz.

Hoy tenemos un mercado común sólido, en el que los europeos podemos comerciar, viajar, investigar y trabajar sin fronteras. De Riga a Limassol, de Atenas a Lisboa, 500 millones de europeos vivimos en prosperidad y libertad.

La generación de mis hijos no puede imaginarse una vida sin este sentimiento de identidad común europea. Cuando esta afortunada generación nació, también los mayores pensábamos que siempre sería así.

Hoy, en cambio, nadie duda de que una vez más tenemos que luchar y movilizarnos por Europa. El mundo entero se enfrenta a perturbadoras turbulencias que también afectan a Europa.

Estamos hablando del cambio demográfico, de la globalización de la economía, de la vertiginosa digitalización del mundo laboral y, naturalmente, del cambio climático. Ninguno de estos metafenómenos es nuevo; hace ya tiempo que habían sido previstos por los científicos. Lo que sí es novedoso es que ahora los ciudadanos y ciudadanas de Europa, sea cual sea el país en que vivamos, los sentimos en primera persona y nos vemos directamente afectados.

Piensen en los productores de trigo finlandeses afectados por la sequía o en quienes sufren una letal ola de calor en Francia: todos sentimos en primera persona los efectos del cambio climático. Lo mismo ocurre con una pensionista irlandesa que necesita que le expliquen cómo funciona la banca en línea, o con un trabajador polaco que después de veinte años de trabajo necesita formación incluso para mantener su empleo: todos sentimos los efectos concretos de la digitalización. Es el caso también de las regiones europeas en las que escuelas, hospitales o empresas se ven obligados a cerrar: todos sentimos los efectos del cambio demográfico.

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Todo esto ha dejado a los ciudadanos con una sensación de pérdida de control, de vínculos menos sólidos dentro de nuestras comunidades. Ninguno de estos problemas desaparecerá, pero ha habido diferentes formas de reaccionar ante ellos: algunos países se están convirtiendo en regímenes autoritarios, otros están comprando su influencia mundial y creando dependencias mediante inversiones en puertos y carreteras. Y otros se están inclinando por el proteccionismo.

Ninguna de estas opciones es válida para nosotros. Queremos multilateralismo, queremos un comercio justo, defendemos un orden basado en normas porque sabemos que es mejor para todos nosotros. Tenemos que hacerlo con la forma europea de actuar. Pero si queremos avanzar por la senda europea, hemos de redescubrir, en primer lugar, nuestra unidad. Si estamos unidos interiormente, nadie nos dividirá desde fuera.

Si solventamos las diferencias que existen entre nosotros, podemos convertir los retos de hoy en las oportunidades de mañana.

Una Unión Europea que se esfuerza por llegar a más

Nuestro reto más acuciante es mantener nuestro planeta saludable. Esta es la mayor responsabilidad y oportunidad de nuestro tiempo. Quiero que Europa se convierta en el primer continente climáticamente neutro del mundo en 2050. Para que esto sea posible, debemos adoptar juntos medidas audaces. Nuestro objetivo actual de reducir nuestras emisiones en un 40 % para 2030 no es suficiente.

Debemos ir más allá, esforzarnos por llegar a más. Es necesario un planteamiento en dos fases para reducir las emisiones de CO2 de aquí a 2030 en un 50 % o incluso en un 55 %. La UE liderará las negociaciones internacionales para que aumente el nivel de ambición de otras economías importantes de aquí a 2021. Porque para lograr un impacto real no solo debemos ser ambiciosos en casa, que debemos, sino que el mundo debe avanzar al unísono.

Para conseguirlo, en mis primeros 100 días en el cargo propondré un Pacto Verde para Europa. Presentaré la primera Ley Europea sobre el Clima que transformará en norma el objetivo de 2050.

Este aumento de la ambición requerirá una inversión de gran calado. No bastará con los fondos públicos. Propondré un Plan de Inversiones Sostenibles para Europa y la conversión de parte del Banco Europeo de Inversiones en un Banco Climático, lo que permitirá desbloquear un billón de euros de inversión durante la próxima década.

Esto trae consigo cambios. Todos nosotros y todos los sectores tendremos que contribuir, desde la aviación hasta el transporte marítimo, pasando por la forma en que cada uno de nosotros viaja y vive. Las emisiones deben tener un precio que cambie nuestro comportamiento.

Para complementar esta labor y garantizar que nuestras empresas puedan competir en igualdad de condiciones, introduciré un impuesto sobre el carbono en frontera para evitar fugas de carbono.

Todos nosotros y todos los sectores tendremos que contribuir a reducir las emisiones.

Las emisiones deben tener un precio que cambie nuestro comportamiento.

Pero lo que es bueno para nuestro planeta debe ser también bueno para nuestra población y nuestras regiones. Por supuesto, soy consciente de la importancia de los fondos de cohesión. Pero necesitamos más. Necesitamos una transición justa para todos. No todas nuestras regiones parten del mismo punto, pero todos compartimos el mismo destino. Por ello, propondré un Fondo de Transición Justa que apoye a quienes resulten más afectados.

Esta es la forma europea de actuar: somos ambiciosos, no dejamos a nadie atrás y ofrecemos perspectivas de futuro.

Esta es la forma europea de actuar: somos ambiciosos, no dejamos a nadie atrás y ofrecemos perspectivas de futuro. Si queremos tener éxito con este ambicioso plan, necesitamos una economía fuerte porque lo que queremos gastar tenemos que ganarlo primero.

Para ello, debemos fortalecer la columna vertebral de nuestras economías: las pequeñas y medianas empresas, pues son innovadoras, emprendedoras, flexibles y ágiles, crean empleo y ofrecen formación profesional a nuestros jóvenes. Sin embargo, sólo pueden hacerlo si tienen acceso a capital en cualquier lugar de este enorme mercado único. Abatamos todos los obstáculos, abramos las puertas y completemos por fin la Unión de los Mercados de Capitales. Nuestras pymes se lo merecen.

También debemos trabajar en el marco del Pacto de Estabilidad y Crecimiento. Cuando se requieran inversiones y reformas, debemos asegurarnos de que puedan llevarse a cabo; debemos hacer uso de toda la flexibilidad que ofrecen las normas. Estamos orgullosos de nuestra economía y queremos reforzarla.

Pero también existe una lógica clara y simple. Los ciudadanos no están al servicio de la economía. Es la economía la que sirve a nuestros ciudadanos. En nuestra economía social de mercado debemos reconciliar el mercado con lo social. Por lo tanto, reorientaré el Semestre Europeo para asegurarnos de estar en la buena vía para el logro de nuestros Objetivos de Desarrollo Sostenible.

Y defenderé unos impuestos justos, tanto para las industrias convencionales como para las empresas digitales. Está bien que los gigantes de la tecnología obtengan enormes beneficios en Europa, dado que somos un mercado abierto y defendemos la competencia. Pero, si para ello aprovechan nuestro sistema educativo, nuestros trabajadores cualificados, nuestras infraestructuras y nuestra seguridad social, no es aceptable que obtengan esos beneficios sin apenas pagar impuestos aprovechando los resquicios de nuestro sistema tributario. Si quieren obtener beneficios, tienen que compartir las cargas.

Aprovechar al máximo el potencial de Europa

Señorías:

El modo de actuar de Europa también consiste en utilizar todo nuestro potencial: nuestra gente, nuestro talento, nuestra diversidad. Se trata de crear una Unión más justa y equitativa. Esto me guiará cada día que ocupe el cargo, como ha ocurrido a lo largo de toda mi carrera.

Hemos recorrido un largo camino desde que era ministra de asuntos familiares y tuve que luchar para introducir la paga para los padres o el acceso a servicios de guardería para las familias. Pero la lucha por la equidad nunca termina; para las familias europeas que trabajan duro sigue siendo demasiado difícil llegar a fin de mes. Quiero asegurarme de que el trabajo esté adecuadamente retribuido. En una economía social de mercado, todas las personas que trabajan a tiempo completo deben obtener un salario mínimo que permita disfrutar de una vida digna. Por tanto, desarrollaremos un marco común al respecto, respetando, por supuesto, los diferentes mercados laborales. Creo, no obstante, que la opción idónea es la negociación colectiva entre las organizaciones de empresarios y los sindicatos, que permite adaptar el salario mínimo al sector o a la región de que se trate. Por supuesto, soy consciente de las diferencias entre modelos, pero tenemos que crear el marco. Y quiero una mejor protección para quienes pierden su empleo cuando nuestra economía sufre un impacto grave. Un Sistema Europeo de Reaseguro de Desempleo apoyará a nuestras economías y a nuestros ciudadanos en tiempos de perturbaciones externas. Por supuesto, existen seguros de desempleo nacionales, pero Europa necesita un régimen de reaseguro para estas conmociones externas.

También quiero más igualdad y equidad para nuestros jóvenes. El desempleo juvenil en Europa es del 14,2 %, pero oscila entre el 5 % y el 40 % en algunos países. Esto es inaceptable. Los jóvenes tienen aspiraciones, quieren trabajar y tener un futuro, y nuestro deber es permitirles conseguirlo. Esta es la razón por la que velaré por que la Garantía Juvenil, que puse en marcha en el Consejo cuando era ministra de Trabajo, funcione todo lo bien que sea posible en todos los Estados miembros. Y apoyaré la idea del Parlamento Europeo de triplicar el presupuesto de Erasmus+ en el marco del próximo marco financiero plurianual.

Debemos cuidar de los más vulnerables: nuestros hijos. Tenemos que luchar contra la pobreza. Como madre de siete hijos, conozco la diferencia que puede suponer para toda su vida que tengan acceso a educación, deporte, música, una alimentación sana y un entorno de cariño. Necesitamos una Garantía Infantil para ayudar a garantizar que todos los niños de Europa expuestos al riesgo de pobreza y exclusión social tengan acceso a los derechos más básicos, como asistencia sanitaria y educación. Con ello los empoderaremos, y conseguiremos importantes beneficios si los apoyamos en su juventud. Esto forma parte de mi plan de acción para activar nuestro pilar de derechos sociales.

Y comenzaré en casa, para predicar con el ejemplo: aseguraré la plena igualdad entre hombres y mujeres en mi Colegio de comisarios. Si los Estados miembros no proponen suficientes comisarias, no dudaré en solicitar nuevos nombres. Desde 1958 ha habido 183 comisarios y sólo 35 de ellos eran mujeres, es decir, menos del 20 %. Somos la mitad de la población; y queremos la parte proporcional que nos corresponde. También debemos hablar abiertamente de la violencia contra las mujeres. Si una de cada cinco mujeres de la Unión Europea ya ha sufrido violencia física o sexual y el 55 % han sido acosadas sexualmente, es evidente que no se trata de un asunto que atañe únicamente a las mujeres. Propondré añadir la violencia contra las mujeres a la lista de delitos del ámbito de la Unión incluidos en el Tratado, y que la Unión Europea se adhiera al Convenio de Estambul.

Estoy convencida de que si solventamos las diferencias que existen entre nosotros, daremos lugar a una Unión más fuerte.

Defender los valores europeos

Señorías:

La cuna de nuestra civilización europea es la filosofía griega y el Derecho romano. Y nuestro continente europeo atravesó su época más oscura cuando nos gobernaron dictadores y el Estado de Derecho fue suprimido. Durante siglos, los europeos lucharon encarnizadamente por su libertad e independencia.

El Estado de Derecho es nuestro mejor instrumento para defender estas libertades y proteger a los más vulnerables de nuestra Unión. Por ello, no puede haber concesiones en cuanto al respeto del Estado de Derecho. Nunca las habrá. Velaré por que utilicemos en su totalidad el conjunto de herramientas de las que disponemos a escala europea. Además, apoyo plenamente un Mecanismo para el Estado de Derecho a escala de la UE. Por decirlo con claridad: el nuevo instrumento no es una alternativa a los instrumentos existentes, sino uno adicional.

La Comisión siempre será una guardiana independiente de los Tratados. La Justicia es ciega y defenderá el Estado de Derecho siempre que sea atacado.

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Señorías:

El Estado de Derecho es universal porque se aplica a todos. En los últimos cinco años, más de 17 000 personas se han ahogado en el Mediterráneo, que se ha convertido en una de las fronteras más mortíferas del mundo. En el mar existe la obligación de salvar vidas y en nuestros Tratados y convenios se plasma el deber moral y jurídico de respetar la dignidad de todo ser humano.

La Unión Europea puede y debe defender estos valores, necesita humanidad en sus fronteras. Debemos salvar, pero el salvamento por sí solo no es suficiente. Debemos reducir la migración irregular, luchar contra traficantes y tratantes, cuyas actividades constituyen delincuencia organizada, preservar el derecho de asilo y mejorar la situación de los refugiados, por ejemplo a través de corredores humanitarios en estrecha cooperación con el ACNUR. Necesitamos empatía y una acción decidida.

Soy consciente de lo difícil que es y de las divisiones que puede causar el debate sobre esta cuestión. Tenemos que abordar las preocupaciones legítimas de muchos y analizar cómo podemos superar nuestras diferencias. Propondré un nuevo Pacto sobre Migración y Asilo, que incluirá la reanudación de la reforma de Dublín.

Esto nos permitirá recuperar el funcionamiento pleno del espacio Schengen de libre circulación, el motor clave de nuestra prosperidad, seguridad y libertades. Una pieza fundamental en esta ambición es una Agencia Europea de la Guardia de Fronteras y Costas reforzada. Tenemos que alcanzar un cuerpo permanente de 10 000 guardias de fronteras de Frontex, no para 2027, sino mucho antes, al menos para 2024.

Durante siglos, los europeos lucharon encarnizadamente por su libertad e independencia. Por ello, no puede haber concesiones en cuanto al respeto del Estado de Derecho. Nunca las habrá.

Debemos modernizar nuestro sistema de asilo. Un sistema europeo común de asilo debe ser exactamente eso, común. Solo podemos tener fronteras exteriores estables si prestamos suficiente ayuda a los Estados miembros que sufren la mayor presión debido a su ubicación en el mapa.

Necesitamos solidaridad. Todos tenemos que ayudarnos mutuamente y contribuir. Necesitamos una nueva forma de reparto de la carga. Y debemos hacer ofertas de cooperación leal a los países de origen y de tránsito, que redunden en interés de ambas partes. La diplomacia, el desarrollo económico, la inversión, la estabilidad y la seguridad son necesarios para que las personas tengan una perspectiva de futuro.

Me gustaría contarles una historia sobre la perspectiva de futuro. Hace cuatro años tuve la suerte de acoger a un refugiado sirio de 19 años en mi casa y con mi familia. No hablaba alemán y estaba traumatizado por sus vivencias en la guerra civil y la huida. Hoy, cuatro años después, habla con soltura alemán, inglés y árabe. Durante el día es un dirigente comunitario, sigue una formación profesional y por la noche estudia para obtener su título de educación superior. Es un ejemplo para todos nosotros. Algún día quiere regresar a su hogar.

Un líder mundial responsable

Señorías:

Como ministra de Defensa, he estado muchas veces en zonas desgarradas por la guerra. Nunca olvidaré las palabras del expresidente de Irak, Sr. Masum, cuando dijo: Queremos ver más Europa aquí. El mundo pide más Europa. El mundo necesita más Europa.

Creo que Europa debe tener una voz más fuerte y unida en el mundo y actuar con rapidez. Por esto debemos tener la valentía de adoptar decisiones de política exterior por mayoría cualificada, y de respaldarlas unánimemente.

La piedra angular de nuestra defensa colectiva será siempre la OTAN. Seguiremos manteniendo nuestra vocación transatlántica, y al mismo tiempo tenemos que ser más europeos. Por eso hemos creado la Unión Europea de Defensa. Nuestro trabajo en pro de una Unión Europea de seguridad y defensa está integrado en la seguridad general. La estabilización siempre va acompañada por la diplomacia, la reconciliación y la reconstrucción.

Nuestros militares trabajan codo con codo con policías, diplomáticos y cooperantes. Estos hombres y mujeres merecen nuestro más profundo respeto y reconocimiento por su incansable labor en pro de Europa.

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La piedra angular de nuestra defensa colectiva será siempre la OTAN. Seguiremos manteniendo nuestra vocación transatlántica, y al mismo tiempo tenemos que ser más europeos

No puedo hablar de Europa sin referirme a nuestros amigos del Reino Unido. Por primera vez, en 2016, un Estado miembro decidió abandonar la Unión Europea. Se trata de una decisión seria. La lamentamos, pero la respetamos. Desde entonces, junto con el actual Gobierno del Reino Unido, la Unión ha trabajado duro para organizar la salida ordenada del Reino Unido.

El Acuerdo de Retirada celebrado con el Gobierno del Reino Unido ofrece seguridad allí donde el Brexit generó incertidumbre, pues protege los derechos de los ciudadanos y preserva la paz y la estabilidad en la isla de Irlanda. Yo hago también mías estas dos prioridades.

No obstante, estoy dispuesta a prorrogar de nuevo la fecha de retirada, siempre que sea necesario disponer de más tiempo por alguna buena razón. En cualquier caso, el Reino Unido seguirá siendo nuestro aliado, socio y amigo.

Un nuevo impulso a la democracia europea

Señorías:

Cuando estuve en Estrasburgo hace trece días, prometí que acudía para escuchar. He escuchado sus preocupaciones, esperanzas y expectativas. Las orientaciones políticas que les remitiré hoy reflejan nuestros debates. Sobre la base de lo que escuché, he extraído conclusiones y he tomado decisiones.

En primer lugar, quiero que los ciudadanos europeos desempeñen un papel principal y activo en la construcción del futuro de nuestra Unión, que tengan voz en una Conferencia sobre el Futuro de Europa, que comenzará en 2020 y se prolongará durante dos años.

En segundo lugar, quiero que cooperemos para mejorar el sistema de designación de Spitzenkandidaten (cabezas de lista). Tenemos que hacerlo más visible para el electorado en general y debemos abordar la cuestión de las listas transnacionales en las elecciones europeas como un instrumento complementario de la democracia europea.

Y, en tercer lugar, sí, apoyo el derecho de iniciativa del Parlamento Europeo. Cuando esta Cámara, por mayoría de sus miembros, adopte resoluciones en las que solicite a la Comisión que presente propuestas legislativas, me comprometo a responder mediante un acto legislativo en el pleno respeto de los principios de proporcionalidad, subsidiariedad y de legislar mejor.

Estoy convencida de que una cooperación más estrecha entre nosotros contribuirá a hacer oír la voz de los ciudadanos.

Mi compromiso con Europa

Señor presidente:

Mi padre tenía quince años cuando acabó la infausta guerra con la que mi país provocó muerte, devastación, desplazamientos forzosos y destrucción en todo nuestro continente.

Me sentí europea antes de sentirme alemana y bajosajona. Precisamente por eso, mi único propósito es unir y reforzar Europa.

A menudo nos hablaba de ella a mí y a mis seis hermanos. Hacía hincapié, sobre todo, en lo que significó para él que los demás países nos volvieran a tender la mano para devolvernos al círculo de los pueblos democráticos. Su relato empezaba con la Comunidad Europea del Carbón y del Acero (CECA) de la siguiente manera: «Hemos reanudado las relaciones comerciales con nuestros vecinos. Comerciar significa entablar relaciones amistosas y los amigos no se disparan  unos a otros».

Mi padre fue jefe de Gabinete de von der Groeben en la Comisión Hallstein y, posteriormente, director general de Competencia. Por eso nací en Bruselas y me sentí europea antes de sentirme alemana y bajosajona. Precisamente por eso, mi único propósito es unir y reforzar Europa.

Quien, como yo, quiera que Europa se refuerce, crezca y prospere, siempre me tendrá a su lado como apasionada luchadora. Pero quienes busquen debilitarla, dividirla o despojarla de sus valores, encontrarán en mí una adversaria acérrima.

Al envejecer y acercarse al final de su vida, mi padre cambió su relato sobre Europa. Dejó de hablar de la guerra. Nos decía: Europa es como un matrimonio de muchos años. El amor no es mayor que el primer día, pero sí es más profundo. Porque sabemos que estamos ahí el uno para el otro, en la prosperidad y en la adversidad. Porque sabemos que podemos reñir, pero que acabaremos reconciliándonos. Porque nunca olvidaremos por qué contrajimos el vínculo que nos une.

Todos los aquí reunidos vivimos en una Europa que ha crecido y madurado, que se ha hecho fuerte hasta alcanzar una población de 500 millones de habitantes. Más de 200 millones de personas han acudido a las urnas. Esta Europa cuenta. Quiere asumir responsabilidades para sí misma y de cara al mundo.

Sé bien que eso no siempre es fácil, sino doloroso y agotador, pero se trata de nuestra misión más noble. La gente quiere ver que estamos cumpliendo nuestros objetivos y que avanzamos. Eso es lo que exigen los jóvenes. Mis hijos me dicen, con razón: No dejes pasar el tiempo; haz algo con él.

Ese es mi compromiso, pero para ello necesito su ayuda y apoyo. Con este propósito, pido la participación de todos los europeos y todas las europeas. Es nuestro valor más preciado: es lebe Europa, vive l’Europe, viva Europa, long live Europe.

Fuente: Ursula von der Leyen: Discurso de apertura en la sesión plenaria del Parlamento Europeo

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