5 de agosto,

Dedicación de la Basílica de Santa María la Mayor, Roma 

Texto bíblico 

“Proclama mi alma la grandeza del Señor, se alegra mi espíritu en Dios, mi salvador; porque ha mirado la humildad de su esclava. | Desde ahora me felicitarán todas las generaciones, porque el Poderoso ha hecho obras grandes en mí: | su nombre es santo, y su misericordia llega a sus fieles de generación en generación” (Lc 1, 46-50). 

Reflexión 

Hoy se celebra la Virgen de las Nieves. En este año santo romano, aunque sea de manera virtual, peregrinamos al lugar donde el papa Francisco ha querido ser enterrado: junto a la capilla en la que se venera el icono de la Virgen más querida de Roma, la Salus Populi Romani, y donde él solía rezar antes de sus viajes y al regresar de ellos. 

Peregrinamos porque hoy se recuerda un prodigio especial. La Basílica de Santa María la Mayor, una de las cuatro basílicas mayores de Roma, tiene una rica historia que se entrelaza con la leyenda y la devoción mariana. Se cree que fue construida en el siglo IV, durante el pontificado del papa Liberio, en el lugar donde la Virgen María se apareció en sueños a él y a un patricio romano, indicando que se levantara una iglesia en su honor allí donde nevara. Este “milagro de la nieve” se celebra cada año en la basílica con una lluvia de pétalos blancos. 

En algunos lugares de España se celebra hoy a la Virgen Blanca, de manera especial en Vitoria. A ella nos encomendamos. En pleno mes de agosto, la Virgen nos invita siempre a cantar las alabanzas del Señor, como ella misma hizo ante su prima Isabel: por las maravillas que percibimos en nuestro interior, o por el contraste de sentir el corazón frío en pleno verano.