“¿Quién de vosotros puede, por más que se preocupe, añadir un solo codo a la medida de su vida? Y del vestido, ¿por qué preocuparos? Observad los lirios del campo, cómo crecen; no se fatigan, ni hilan. Pero yo os digo que ni Salomón, en toda su gloria, se vistió como uno de ellos” (Mt 6, 27-29)
Quizás has pasado el tiempo de vacaciones acercándote a la naturaleza, ya sea en el mar o en la montaña. Tal vez has tenido la experiencia de hacer el Camino de Santiago o de pasar algún tiempo en el pueblo, lo cual te ha dado la oportunidad de tener un contacto directo con el campo, el paisaje natural y la belleza de la "casa común".
Creo que el lenguaje agrícola del Evangelio es una llamada a no perder el contacto con la matriz de la que hemos nacido: la tierra. Quizás uno no es consciente de este origen, pero descubre la atracción que se siente ante los diferentes escenarios naturales, ya sea al alba o al atardecer, junto al mar o en medio del bosque.
No olvides, en tu peregrinación, acompañarte con la belleza de la creación, donde Dios ha dejado su firma más visible, pues todo lo hizo bueno y bello para deleite del ser humano.
Contempla la belleza de la naturaleza.