22 de junio Solemnidad de Corpus Christi 

Texto bíblico 

“Porque yo recibí del Señor lo que os he transmitido: que el Señor Jesús, la noche en que fue entregado, tomó pan, y después de dar gracias, lo partió y dijo: «Este es mi cuerpo que se da por vosotros; haced esto en recuerdo mío.» Asimismo, también la copa después de cenar diciendo: «Esta copa es la Nueva Alianza en mi sangre. Cuantas veces la bebiereis, hacedlo en recuerdo mío.» Pues cada vez que coméis este pan y bebéis esta copa, anunciáis la muerte del Señor, hasta que venga” (1Co 11, 24-26). 

Reflexión 

Los católicos, desde la Reforma protestante, hemos alimentado nuestra espiritualidad con el culto eucarístico. Mientras que otras confesiones cristianas orientales se centran en el Espíritu Santo, y los evangélicos, en la Palabra de Dios. Hoy, en muchos lugares, las calles rebosan de homenaje a la Eucaristía. 

Al igual que Moisés cubría su rostro resplandeciente con un velo, porque había contemplado a Dios, el sacramento de la Eucaristía esconde la presencia real de Cristo tras el velo de la materia del pan y del vino, para que no tengamos que bajar los ojos al contemplar el misterio. 

Es día de adoración, de rendir la mente, de arrodillarse porque “Dios está aquí”, canta el himno. Es día de percibir la presencia del Resucitado en la creación, en el prójimo y en cada uno de nosotros, y de ser conscientes de la promesa: “Yo estaré con vosotros todos los días, hasta el fin del mundo”.

HOMENAJE A LA EUCARISTÍA 

Velo de pan que ocultas presencia,

remecida entrega generosa,

que permites contemplar el rostro

de Dios sin humillar la mirada.

Huele a incienso, romero y espliego,

cantueso, tomillo, mejorana,

sándalo, ajedrea, hierbabuena:

rezuman las calles castellanas.

Es el paso del Señor oculto,

oblea bendita, consagrada,

artesanía de manos limpias,

ofrenda recia del labrador.

Extiendes presencia generosa

en el rostro huido de los pobres.

Palabra vibrante, compañera,

por camino de Emaús errante