¡Venid, adorémosle! Día de adoración

Día de adoración
Día de adoración

Corpus Christi

Tiempo de adoración 

Es saberse en la presencia de Jesucristo resucitado.

Es sentirse mirado por el Señor.

Es ofrecer el obsequio de permanecer ante Él.

Es un tiempo gratuito, sin esperar nada a cambio.

Es agradecimiento como respuesta a su acompañamiento permanente.

Es acogida a su invitación a estar a solas con Él.

Es descubrir el secreto de saberse en relación teologal.

Es celebrar la certeza de saberse amado.

Es estar en un tiempo de amistad.

Es encontrarse con tantos que se reflejan en la mirada de Jesús.

Es presentar a tantos que solicitan los recordemos ante Él.

Es percibir hasta qué extremo se cree en la presencia sacramental.

Es dejar que acontezca la moción interior.

Es esperar que se ilumine la propia oscuridad.

Es permanecer hasta que llegue la respuesta a la pregunta por la voluntad de Dios.

Es entrar en el sin tiempo de Dios.

Es gozar anticipadamente de la relación amorosa con Dios.

Es palpar lo intangible de una presencia viva.

Es poder expresar los sentimientos más hondos.

Es saberse envuelto y sumergido en la amistad con Jesús.

Es tomar conciencia de la fecundidad de la ofrenda de permanecer ante el Señor.

Es atravesar el desierto sabiéndose acompañado.

Es quedar anclado en expresión de amor.

Es permanecer en el susurro de la expresión: “Te quiero”

Es aquietar el corazón sabiéndose relacionado.

Es vencer la tentación del aislamiento.

Es la expresión máxima del amor rendido.

 ¡Venid, adoremos al Señor!

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