“Tú eres amado tal y como eres. No hace falta que cambies para sentirte amado. Pero si te sientes amado cambiarás y tú vida será reflejo de quien te ama.” Te lo aseguro, tú eres amado por Dios. V Domingo de Pascua

Declaración de amor

Declaración de amor 

“Quien me ha visto a mí ha visto al Padre. ¿No crees que yo estoy en el Padre, y el Padre en mí? El Padre, que permanece en mí, él mismo hace las obras. Creedme: yo estoy en el Padre y el Padre en mí” (Jn 14, 7-10) 

Reflexión 

La expresión de Jesús en respuesta a la pregunta del apóstol Felipe puede parecer un juego de palabras, declaraciones para gentes iniciadas en la vida espiritual, pero realidad abstracta para quienes expresamos la fe con distintos actos piadosos externos. 

Si Jesús dice “quien me ha visto a mí ha visto a mi Padre” (Jn 14, 9),  “el que me recibe a mí recibe al que me ha enviado” (Jn 13, 20),  “yo estoy en el Padre y el Padre está en mí”  (Jn 14, 10), “el que me ama guardará mi palabra, y mi Padre lo amará, y vendremos a él y haremos morada en él” (Jn 14, 23), no pueden ser expresiones vacías de realidad. Por el contrario, desvelan la enseñanza cristiana por excelencia y la revelación más amorosa de Jesús. Él es el Amado de Dios. 

Conmovido por las palabras del Maestro, me he introducido en mi propio interior para dejar resonar dentro de mí esas manifestaciones, y he sentido una vibración gozosa. Por ello, me atrevo a invitarte a que cuando puedas hagas un tiempo de silencio. Quizá durante estos días has gustado el bienestar que produce meditar. Te aconsejo que no solo hagas vacío; pon una palabra en tu mente, una palabra positiva, amorosa, dirigida a Dios, por ejemplo: “te quiero”; “ten piedad”; “soy tuyo”; “hágase tu voluntad”; y repítela conscientemente, al tiempo de acompasar la respiración. 

No busques rendimiento con el ejercicio que te indico, ni proyectes interés alguno. En silencio, déjate envolver por la presencia de quien te ama y te habita. Percibe la serenidad, la libertad de corazón, el gozo interior, la certeza de saberte habitado, amado y abrazado. Permanece así durante un tiempo. Sentirás serenidad, paz, gozo, confianza. No pienses que estos posibles efectos son fruto de una gimnasia mental. Estamos vivos y respiramos gracias a Quien nos da la vida.  Él está en ti. Vivimos en Él.  “En Él nos movemos y existimos” (Act 7, 28). 

Jesús nos promete: “Y yo le pediré al Padre que os dé otro Paráclito, que esté siempre con vosotros,” (Jn 14, 16). “Y sabed que yo estoy con vosotros todos los días, hasta el final de los tiempos».” (Mt 28, 20). “Mi Padre te amará” (Jn 14, 23). 

No especules con estos pensamientos. Sé gratuito, generoso, en el tiempo dedicado a la oración, no pienses que es tiempo perdido. Aprovecha el confinamiento, medita, invoca, deja que te envuelva el sentimiento positivo, la voz interior que te declara: “Tú eres amado tal y como eres. No hace falta que cambies para sentirte amado. Pero si te sientes amado cambiarás y tú vida será reflejo de quien te ama.” Te lo aseguro, tú eres amado por Dios.

Volver arriba