Semna del Cenáculo Don de Sabiduría

El arte de pintar

Semana del Cenáculo 

Un don: Sabiduría 

“En labios prudentes hay sabiduría” (Prv 10, 13-14). “El sabio se deja aconsejar” (Prv 13, 10). “La enseñanza del sabio es fuente de vida y libra de los lazos de la muerte” (Prv 13, 14). “El sabio teme y se aparta del mal” (Prv 14, 16).  “Los labios del sabio destilan ciencia” (Prv 15, 7). “En casa del sabio, tesoro y perfumes” (Prv 21, 20). 

“El que ama la sabiduría alegra a su padre” (Prv 29, 3). “Observé que la sabiduría es más provechosa que la necedad, como la luz aprovecha más que las tinieblas”. “Al hombre que le agrada (a Dios), le concede sabiduría, ciencia y alegría” (Ecl 2, 13.26). “Aun siendo una sola, todo lo puede; sin salir de sí misma, todo lo renueva y, entrando en las almas buenas de cada generación, va haciendo amigos de Dios y profetas. Pues Dios solo ama a quien convive con la sabiduría” (Sb 7, 27-28). 

Una destreza 

Es tiempo propicio para reconocer los dones que el Espíritu ha derramado en cada ser humano, y que se manifiestan especialmente en la destreza que tiene cada uno para alguna expresión artística. Por ejemplo, el orante que plasma sobre tabla, en iconos,  el misterio divino. 

El artista pintor, si además es místico, valora la materia como portadora de luz, y sabe transformar lo más opaco en belleza. Toma la tabla, que le trae a la memoria la teología del árbol del Paraíso, del arca de Noé, de la vara de Moisés, del árbol de la Cruz, y sobre ella, que ha purificado con estuco de yeso blanco sobre lienzo, lo que recuerda las sábanas con las que envolvieron el cuerpo de Cristo, va esbozando el rostro del Señor, o de la Madre de Dios, con los pigmentos extraídos directamente de la naturaleza. En actitud orante llega a ofrecer la gloria que contiene la materia, y muestra la profecía del destino de la humanidad, la transfiguración. 

Una experiencia 

“Querríalas mucho avisar que miren no escondan el talento, pues que parece las quiere Dios escoger para provecho de otras muchas, en especial en estos tiempos que son menester amigos fuertes de Dios para sustentar los flacos” (Santa Teresa, Vida 15, 5). 

Una súplica 

Ven, Espíritu creador; visita las almas de tus fieles. Llena de la divina gracia los corazones que Tú mismo has creado.

Ven, Espíritu Divino, manda tu luz desde el cielo. Padre amoroso del pobre; don en tus dones espléndido; luz que penetra las almas; fuente del mayor consuelo.

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