¡Vamos a Jerusalén! II Miércoles de Cuaresma

¿Cómo subes a Jerusalén, como titán, como creyente, como enamorado?

III Miércoles de Cuaresma 

Proceso 

Jesús se dirige a Jerusalén desde la ciudad de Jericó. Hay que reconocer el proceso que ha tenido con sus discípulos y de cómo los ha ido instruyendo en las enseñanzas del Evangelio, en la minoridad, el servicio, la ultimidad. 

Al observar la petición de los más íntimos, que escuchamos en boca de su madre -«Ordena que estos dos hijos míos se sienten en tu reino, uno a tu derecha y el otro a tu izquierda»-, uno descubre el itinerario que se debe recorrer, hasta no desear otra cosa que la suerte del Maestro. 

La naturaleza sigue pidiendo sus derechos, y solo cuando nos convencemos de lo que da de sí el egoísmo, quizá somos capaces, por gracia, de desear seguir a Jesús hasta la Cruz. 

Meta 

La meta del discipulado la marca el Maestro, y Él nos declara con sinceridad hacia donde se dirige: “Mirad, estamos subiendo a Jerusalén, y el Hijo del hombre va a ser entregado a los sumos sacerdotes y a los escribas, y lo condenarán a muerte y lo entregarán a los gentiles, para que se burlen de él, lo azoten y lo crucifiquen; y al tercer día resucitará» Mt 20, 18-19). 

Una vez más, ir detrás del Maestro no es posible por empeño, sino por amor. “Nadie tiene amor más grande que el que da la vida por sus amigos”. 

Propuesta 

Sinceramente, ¿cómo vives tu cristianismo? ¿De manera especulativa? ¿Cómo creyente y amigo de Jesús?

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