Mq 7,14-15.18-20; Sal 102; Lc 15,1-3.11-32
“Padre, he pecado contra el cielo y contra ti; ya no merezco llamarme hijo tuyo”. Pero el padre dijo a sus criados: “Sacad enseguida la mejor túnica y vestídsela; ponedle un anillo en la mano y sandalias en los pies; traed el ternero cebado y sacrificadlo; comamos y celebremos un banquete,porque este hijo mío estaba muerto y ha revivido; estaba perdido y lo hemos encontrado.” (Lc 15, 1-2.21-24)
“Éste es el bien que todo lo penetra, y todos en él vivimos y de él dependemos; nada hay que esté por encima de él, porque es divino; sólo Dios es bueno, por tanto, todo lo que es bueno es divino y todo lo que es divino es bueno; por eso dice el salmo: «Abres tú la mano, y sacias de favores a todo viviente»; de la bondad divina, en efecto, nos vienen todos los bienes, sin mezcla de mal alguno” (San Ambrosio).
¿En qué personaje de la parábola te ves reflejado?