“Si hubieras atendido a mis mandatos, tu bienestar sería como un río, tu justicia como las olas del mar, tu descendencia como la arena, como sus granos, el fruto de tus entrañas; tu nombre no habría sido aniquilado, | ni eliminado de mi presencia»” (Isa 48, 18-19).
La evocación del mar en tiempo de Adviento nos trae a la memoria el pasaje del Éxodo, la bendición de Dios a Abraham y a Jacob, y las llamadas de Jesús a los discípulos junto al mar.
“Todo el que por mí deja casa, hermanos o hermanas, padre o madre, hijos o tierras, recibirá cien veces más y heredará la vida eterna” (Mt 19, 29).
La arena de la playa, las olas del mar y las estrellas del cieloson referencias a la hora de señalar la abundante bendición divina para quienes se fían de Dios. Solo quien da crédito a la Palabra acierta en su opción de vida y alcanza la mayor fecundidad posible en este mundo.
“Dichoso el hombre que no sigue el consejo de los impíos, ni entra por la senda de los pecadores, ni se sienta en la reunión de los cínicos; sino quesu gozo es la ley del Señor, y medita su ley día y noche” (Sal 1).
El que escucha la Palabray la lleva a términoes “comoun árbol plantado al borde de la acequia: da fruto en su sazón y no se marchitan sus hojas; y cuanto emprende tiene buen fin” (Sal 1).
¿Te fías de Dios, arriesgas tu vida confiado en Él?