Bastón - cayado - Cruz IV Domingo de Pascua. El Buen Pastor

Jesús, Pastor Bueno, nos guia, nos cuida, nos acompaña

IV Domingo de Pascua, El Buen Pastor 

El pastor bueno “cuando ha sacado todas las suyas camina delante de ellas, y las ovejas lo siguen, porque conocen su voz: a un extraño no lo seguirán, sino que huirán de él, porque no conocen la voz de los extraños.” (Jn 10, 4-5) 

Comentario 

El salmista canta al Pastor bueno, que nos guía con su cayado por sendas llanas: “Aunque camine por cañadas oscuras, nada temo, porque tú vas conmigo: tu vara y tu cayado me sosiegan” (Sal 22, 4). Y el profeta describe a Dios como el pastor que conduce a su rebaño: “Pastorea a tu pueblo con tu cayado, al rebaño de tu heredad, que anda solo en la espesura.” (Mq 7, 14). 

Jesús personaliza la figura del Pastor: “Yo soy el Buen Pastor”, y Él no es como el asalariado, sino que llega a dar su vida por las ovejas. 

Si unimos cayado con pastor, pastor con la personalización de Jesús que canta el salmista, y los unimos al hecho del Crucificado, que se muestra como serpiente levantada en alto, que trae la salud al mundo; llevar en las manos el bastón, como manda Dios a los israelitas, y Jesús a sus discípulos, no es solo un signo de defensa o para no caer en el camino si se tropieza, sino que es caminar sabiendo quién es nuestro apoyo esencial. 

Jesús, en otro pasaje, pide a los suyos: “No llevéis nada para el camino: ni bastón ni alforja, ni pan ni dinero; tampoco tengáis dos túnicas cada uno.” (Lc 9, 3) Esta exigencia no es porque les pida una andadura desprotegida, sino porque Él se convierte en la mayor seguridad y defensa, y pide que nos fiemos de su acompañamiento. Él es el cayado, y el Pastor, Él es quien cuida nuestros pies y hasta nos los lava. 

Al unir bastón y cayado en la figura del pastor, emergen resonancias entrañables, que en un principio no imaginábamos: «Yo mismo buscaré mi rebaño y lo cuidaré. Como cuida un pastor de su grey dispersa, así cuidaré yo de mi rebaño y lo libraré, sacándolo de los lugares por donde se había dispersado un día de oscuros nubarrones. Yo mismo apacentaré mis ovejas y las haré reposar —oráculo del Señor Dios—. Buscaré la oveja perdida, recogeré a la descarriada; vendaré a las heridas; fortaleceré a la enferma; pero a la que está fuerte y robusta la guardaré: la apacentaré con justicia» (Ez 34, 11-16). 

Hoy es el día del Buen Pastor, y en muchos lugares se obsequia también a las madres. “Como a un niño a quien su madre consuela, así os consolaré yo” (Is 66, 13). Jesús asume el papel de quien nos cuida con amor entrañable, y resuena la promesa: “¿Puede una madre olvidar al niño que amamanta, | no tener compasión del hijo de sus entrañas? | Pues, aunque ella se olvidara, yo no te olvidaré. Mira, te llevo tatuada en mis palmas” (Is 49, 15-16), 

Hoy es el día de orar por que no falten en la Iglesia quienes a la manera del Buen Pastor se entreguen a servir a sus hermanos con especial consagración. Pidamos al Dueño de la mies que no falten brazos para ir a la misión de evangelizar y de acompañar a la multitud. 

¿Te sientes guiado, cuidado, acompañado por el Buen Pastor?

Volver arriba