Domingo dentro de la Octava de Navidad
28 de diciembre: Sagrada Familia
"El que pierda su vida por mí, la encontrará." (Mt 16, 25)
“«Pide un signo al Señor, tu Dios: en lo hondo del abismo o en lo alto del cielo». Respondió Ajaz: «No lo pido, no quiero tentar al Señor». Entonces dijo Isaías: «Escucha, casa de David: ¿no os basta cansar a los hombres, que cansáis incluso a mi Dios? Pues el Señor, por su cuenta, os dará un signo. Mirad: la virgen está encinta y da a luz un hijo, y le pondrá por nombre Enmanuel.” (Isa 7, 11-14)
“¡Buscad al Señor y su fuerza, id tras su rostro sin descanso!” (1Cro 16, 11) “«Rabí (que significa Maestro), ¿dónde vives?» Él les dijo: «Venid y veréis». Entonces fueron, vieron dónde vivía y se quedaron con él aquel día; era como la hora décima.” (Jn 1, 38-39)
La Iglesia, se ha convertido, más que nunca, en pueblo peregrino, guiado por Aquél que es "el gran Pastor de las ovejas" (Hbr 13,20)” (NMI 1).
Jesús ha tomado nuestra naturaleza para poder compartir nuestras pruebas. Nosotros “llevando siempre y en todas partes en el cuerpo la muerte de Jesús, para que también la vida de Jesús se manifieste en nuestro cuerpo. Pues, mientras vivimos, continuamente nos están entregando a la muerte por causa de Jesús; para que también la vida de Jesús se manifieste en nuestra carne mortal. (2Cor 4, 10-11)
El discípulo toma el camino del Maestro, va donde va su Maestro. Jesús va al Monte Calvario. María fue la primera discípula. Por el Misterio de la Encarnación somos testigos de la dignidad que nos da el Hijo de María, de ser hijos adoptivos de Dios.
"El que pierda su vida por mí, la encontrará." (Mt 16, 25)
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