¿Crees en Jesús, en que tiene un lugar para ti? IV Viernes de Pascua

“No se turbe vuestro corazón, creed en Dios y creed también en mí. En la casa de mi Padre hay muchas moradas; si no, os lo habría dicho, porque me voy a prepararos un lugar. Cuando vaya y os prepare un lugar, volveré y os llevaré conmigo, para que donde estoy yo estéis también vosotros. Y adonde yo voy, ya sabéis el camino». Tomás le dice: «Señor, no sabemos adónde vas, ¿cómo podemos saber el camino?». Jesús le responde: «Yo soy el camino y la verdad y la vida” (Jn 14, 1-6).
Las palabras de Jesús suenan a despedida. El núcleo del mensaje que nos deja el Señor es que creamos en Él. Ya lo había predicado en el sermón de Cafarnaúm: “Esta es la voluntad de mi Padre: que todo el que ve al Hijo y crea en él tenga vida eterna, y yo lo resucitaré en el último día» (Jn 6, 40). Dar fe al Evangelio no es asumir una doctrina moral, sino haberse encontrado con Jesucristo y amarlo. En este sentido, sorprende la oración que el Ángel de Portugal enseñó a los tres pastorcitos: “¡Dios mío, yo creo, adoro, espero y te amo! ¡Te pido perdón por los que no creen, no adoran, no esperan, no te aman!”
Al acercarnos al relato de las apariciones de la Virgen en Fátima, resalta la concordancia que se da entre las palabras de Jesús a sus discípulos, y las que dice la Virgen a los pastorcitos. Si Jesús les dice a los suyos: “No se turbe vuestro corazón”; la Virgen dice a los pequeños: "No temáis, no os voy a hacer daño”. Si el Maestro les promete a los discípulos: “Volveré y os llevaré conmigo”, la Señora de Fátima les promete a los pastorcitos llevarlos al Cielo. Una prueba de autenticidad de las revelaciones privadas es que no contengan nada contrario a las Sagradas Escrituras.
¿Crees en Jesús, en que tiene un lugar para ti?